La tumba de Lenin

Reseña publicada en la revista El Sábado del diario El Mercurio, 6 de julio de 2013

Tras la caída de la Unión Soviética y la apertura de muchos archivos inaccesibles hasta comienzos de los noventa, historiadores como Roy Medvedev, Rafael Poch de Feliú, Antony Beevor y Simon Sabag Montefiore, entre los más accesibles en castellano, han podido ofrecer miradas frescas y profundas sobre la historia contemporánea de la Federación Rusa y las Scan10029repúblicas bálticas y caucásicas que formaron parte del imperio soviético. Sabemos más sobre Stalin, el culto a la personalidad, el sistema de campos de concentración, la represión interna y el modo en que se desarrolló el frente oriental, lo que los rusos aún llaman «la Gran Guerra Patriótica». Este libro, sin embargo, tiene un valor enorme para completar el cuadro. David Remnick -de quien se dice que es el mejor periodista de su generación- fue corresponsal en Moscú del Washington Post entre 1988 y 1992, junto a su esposa, que escribía para otros medios estadounidenses. Ambos proceden de familias judías que huyeron de Rusia en las primeras décadas del siglo XX, y conocían bastante de lo que lograba filtrarse tras los muros del control obsesivo de la información. Y quizá por eso la crónica de Remnick -monumental y atrapante- insiste tanto, en la primera parte, en que el reconocimiento de los crímenes del estalinismo fue el proverbial agujero en el dique por donde se precipitó la historia y, con ella, el derrumbe de un régimen corrupto donde la distancia entre la retórica discursiva y la práctica cotidiana se había hecho insalvable. El tránsito desde la glasnost y la perestroika no fue fácil; Gorbachov y los reformistas eran minoría en el Partido Comunista, pero lograron torcerle la mano a la inercia de la maquinaria de burocracia, arbitrariedad, represión, control y corrupción que mantenía unida a la Unión Soviética. La estructura del libro es flexible; no sigue tanto la cronología -aunque ella irrumpe cuando los conservadores intentan recuperar el poder-, sino temas muy amplios, como el derecho a la memoria, los atisbos de disidencia, la corrupción extendida a todo lo largo y lo ancho del régimen y la vida cotidiana, los feroces debates partidarios, el poder de penetración de una ideología repetida hasta la exasperación, el heroísmo de quienes, como Andrei Sajarov, nunca bajaron la guardia. La tumba de Lenin es un libro emocionante y esclarecedor, que fuerza a pensar y que ayuda a entender tanto mejor el valor y el riesgo de las utopías totalizantes.

David Remnick. Debate, Barcelona, 2012. 863 páginas.

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