Los otros son más felices

Reseña publicada en el suplemento «Babelia» del diario El País, 28 de enero de 2012

freixasNarrativa. Cuarta novela de Laura Freixas, Los otros son más felices es un recorrido que tiene, según indicó la autora, una raíz biográfica; ella procede de dos familias, una de «la burguesía catalana y otra de clase baja castellana», y la novela lleva a cabo un minucioso retrato de ambos microcosmos. Quien hace de puente es Áurea, una mujer que en sus cuarenta se encuentra en Londres con una antigua conocida y se ponen largamente al día, pero el lector sólo accede a la voz de Áurea, en una curiosa torsión estilística a la que se le encuentra rápido el tranquillo. Áurea, pues, hace un doble recuento, el de su relación con los catalanes Soley, a quienes visita por primera vez en su adolescencia, y el de su familia manchega tanto en La Era, su pueblo de origen, como en Madrid. Como se trata de la reproducción de un diálogo, la memoria fluye de manera discontinua y los distintos temas se van entrelazando en el relato, que tanto se desplaza en el tiempo como en el espacio; y en todas las líneas se verifica un doble juego de descubrimientos y encubrimientos. En toda familia hay secretos y versiones de la realidad que hacen más tolerable o embellecen un pasado oscuro, vergonzante o simplemente anodino; esos secretos salen a la luz de manera gradual, aunque la necesidad de suspenso e intriga tiende a acumular los hallazgos en los capítulos finales del libro. Los otros son más felices abunda, además, en reflexiones sobre el arte -Áurea es pintora y varios otros personajes importantes también- y en descripciones riquísimas en detalles y matices de los cielos, la luz, el color y la textura de los paisajes de Londres, La Mancha, Madrid y la costa mediterránea. La primera parte añade el interés adicional de capturar el pulso de la vida cotidiana en los años de la transición a la democracia en España. Es también la mejor tramada; ese primer encuentro de Áurea con los Soley, que tan importante fue para ella, es el que mejor se ancla en la memoria. El resto se ve perjudicado a ratos por el exceso de digresiones y la creciente sensación de que ya pasó lo realmente importante. Hay que destacar la obstinación de la mirada de Áurea, que madura y reconstruye su identidad casi a pesar de su pasado; y en ese trabajo de buscar, mirar y decidir con autonomía está la línea secreta que anima un relato maduro y cuidado, donde descubrir al otro -a ese otro que solemos presumir más feliz- es, ante todo, descubrirse a uno mismo.

Los otros son más felices
Laura Freixas
Destino, Barcelona, 2011
255 páginas, 17.50 euros

La ternura de los monstruos

Reseña publicada en el suplemento «Babelia» del diario El País, 21 de abril de 2012

La mujer de sombra
Luisgé Martín
Anagrama, Barcelona, 2012
228 páginas, 16,90 euros

la mujer de sombraNARRATIVA. La mayoría de los personajes de esta novela tiene dos nombres: Antonio, en realidad, es Segismundo; Olivia fue bautizada como Nicole; Julia usa el nick de Marcia. Solo Eusebio, el protagonista, se mantiene fiel al suyo, aunque también en cierto tipo de chats asume una variada gama de falsas identidades. El dato es un indicio de lo que viene: una novela que se teje y desteje en torno a la doble vida de los protagonistas y a la tesis implícita de que toda persona tiene un lado irreconocible, impenetrable, diferente. Eusebio intenta probarlo cuando contrata a un detective para que investigue a seis de sus conocidos. No le interesan cuestiones banales, como un adulterio, sino «más siniestras, más sórdidas, más escandalosas»: «Incesto, proxenetismo, estafa, violación, secuestro, chantaje, asesinato». Es que Eusebio, un hombre rico que no necesita trabajar y alimenta una recalcitrante soltería que le permite mantener varias parejas, ha dado, pareciera, con la horma de su zapato: se ha enamorado de una mujer -Julia / Marcia»- y ella le corresponde, pero él es dueño de un secreto que desmiente radicalmente tanto el modo en que se relacionan como la imagen que Julia le ofrece, la amante solícita y plena de ternura, la mujer convencional que quiere su fiesta de matrimonio. Lo inconfesable acá no es el secreto de Julia / Marcia, sino el hecho de que Eusebio lo sepa. «Yo creo que la verdad es muchas veces perniciosa», dice ella, cuando Eusebio trata de forzar confesiones radicales entre ambos; y este último, cuando intenta fundir en una sola las dos caras de la mujer que ama, se interna en un tortuoso recorrido por los abismos del deseo y del ejercicio del sexo duro. Lo que quiere Eusebio es «saber cómo se comportan a la luz del día los seres aberrantes, cómo se disfrazan. Ver la bondad de los vampiros y la ternura de los monstruos». Es interesante el desafío narrativo de llevar al límite esa tensión entre saber y confidencia, entre conocer el lado oscuro del otro y no poder revelarlo hasta que el otro quiera, pero el claro desequilibrio en el tratamiento de ambos personajes afecta a la progresión del relato. Y, en general, falta un elemento de contraste que establezca un contrapunto con la escalada de perversiones y secretos; a pesar de su crudez y su vocación transgresora, pierden relieve porque no tienen un fondo distinto sobre el que recortarse.

Vila-Matas: un punto sin retorno

Publiqué este artículo en el número 10 del suplemento «Diagonal», del desaparecido diario El Metropolitano, el domingo 25 de julio de 1999. Vila-Matas vino a Chile pocos meses después y sus paseos por Tunquén y la celebración del Año Nuevo en el hotel Brighton de Valparaíso alimentaron la escritura de El Mal de Montano, su siguiente novela. Lo rescaté para mi antiguo blog diez años después. Y ahora que ganó el Juan Rulfo, uno de los más importantes distinciones literarias en el ámbito iberoamericano, lo pongo a rodar otra vez.

La narrativa de Vila-Matas
Un punto sin retorno

Vila DiagonalEnrique Vila-Matas es, más que catalán, rigurosamente barcelonés. Desde esas coordenadas ha nacido y crecido una de las narrativas más desafiantes del nuevo auge de la narrativa española. Las contratapas de los libros de Vila-Matas suelen com­placerse en señalar que se trata de un escritor de culto, con seguidores entu­siastas e incondicionales en todos los puntos del planeta, un culto que se comparte y se difunde como un secreto que a nadie le interesa guardar para sí.

georges-perecSu proyecto narrativo reconoce íco­nos claros: Borges por un lado, Perec, Calvino y todo el Oulipo por otro, más una selección de clásicos como el Melville tardío, Sterne, Conrad, Bioy Casares y otros. La línea es clara, la lite­ratura como un juego de doble fondo, el juego como contraparte de la escritura. Cuando relata sus inicios como periodis­ta en la mítica revista Fotogramas, cuenta que escribió, con total desparpajo, un artículo sobre Nabokov sin haber leído una sola línea del escritor. En su colección de artículos El viajero más lento, recoge una entrevista a Brando inventada de principio a fin simplemen­te porque no pudo traducir del inglés el texto que le había llegado. Publicada en octubre de 1970, diez años después Vila­-Matas descubrió públicamente el fraude, sin el menor remordimiento, por supuesto. Es que todo el mecanismo de su narrativa reposa sobre los dobles y triples niveles de lo que suele llamarse realidad, a través de obras que derechamente rompen con el formato de la novela, o lo subvierten desde otros códigos en un molde sólo aparentemente conven­cional.

En el prólogo a Historia abreviada de la lite­ratura portátil, Vila-Matas describe a los escritores que forman parte de la “conspiración shandy”, selecto grupo de pintores, filósofos y escritores como Walter Benjamin, Marcel Duchamp, Georgia O’Keefe, Federico García Lorca, el satanista Aleister Crowley y muchos otros: “Escritores turcos de tanto tabaco y café que consumían, héroes de esa batalla perdida que es la vida, amantes de la escritura cuando ésta se convierte en la experiencia más divertida y también más radical”. Estas palabras bien pueden aplicarse al autor, especialmente lo referido a la radicalidad del proyecto de escritura y de lo que significa, para Vila-Matas, optar por la literatura. También en El viajero más lento reco­ge una presentación de su libro Suicidios ejempla­res: «Nunca sabe uno bien dónde se mete. La lite­ratura, al exigirle al escritor la máxima ambición, es el lío más monumental que conozco. Porque desde el primer momento uno ha de compararse con los mejores». De ahí, de esa tensión creativa que demanda la máxima exigencia, Vila-Matas formula, quizá sin quererlo, quizá con toda la deli­beración posible, su poética: “Me satisface que en definitiva se haya puesto en pie por fin mi más antiguo proyecto literario: el de exponerme siem­pre a la hora de escribir, tal como proponía Michel Leiris cuando hablaba de ese continuo estar expuesto a sí mismo mientras el asta pasa por donde existe el acero del dolor: ‘introducir por lo menos la sombra de un cuerno de toro en una obra literaria’”.

Porque, a pesar de lo dicho sobre las relaciones de Vila-Matas con los grandes lúdicos de la litera­tura universal, su narrativa, tras la apariencia de liviandad, tras su calidad de portátil, como diría un shandy, es tremendamente seria. Suicidios ejem­plares suena como una trivialización de un tema generalmente considerado en sordina o en la cró­nica policial. Pues bien, Vila-Matas lo explora hasta sus últimas consecuencias y, si no llegó a sui­cidarse él mismo, es porque el libro no es perfecto: “Y es que, como decía Faulkner, si un escritor rea­lizara la obra perfecta, sólo le quedaría el suicidio”.

Libros Vila-MatasVila-Matas es un escritor prolífico. Y no es per­fecto, claro, lo que lo mantiene en el mundo de los vivos (y a propósito de vivos y muertos y de cielos e infiernos, en otro artículo notable por su humor el autor revela el anagrama diabólico de su nombre: E. Vila-Matas, leído al revés, es Satam Alive). Entre sus obras destacan la citada Historia abreviada de la literatura portátil, un juego literario de exce­lente ley que borra todas las fronteras entre la crónica y la invención, entre el libro verdadero y la cita imaginaria, entre los personajes reales y las historias que los convirtieron en mitos. Suicidios ejemplares e Hijos sin hijos conforman un díptico de extraña naturaleza: si en el primero es el tema el que da unidad a un conjunto de relatos, en el segundo el procedimiento es, aparentemente, el mismo, pero con la sorpresa adicional de que una ligazón argumental los recorre de punta a cabo. En sus novelas más recientes, que a estas alturas deberían ser llamadas “novelas-novelas”, Vila-Matas toma el molde convencional y lo rompe desde dentro, desde asuntos cotidianos que lenta y casi imperceptiblemente se van transformando en historias extraordinarias que nunca dejan de sorprender.

Extraña forma de vida, de 1997, gira formalmente en torno a la redac­ción de una conferencia literaria. En los dilemas de quien la escribe, un frus­trado novelista que habitualmente repi­te la misma cantinela y cuyo mayor motivo de trastornos es que está ena­morado de dos hermanas y no puede resolver con cuál de las dos quedarse, y en los recorridos temáticos del posible texto, Vila-Matas aventura toda una teoría acerca del mirón (vale decir, acerca del novelista) y teje una diverti­dísima historia sobre los celos y las veleidades del amor. Y si en Lejos de Veracruz, de 1995, el protagonista sentía que a sus 27 años ya habían terminado sus posibilidades de vida y a partir de ese agotamiento se teje la ficción, en El viaje vertical, de 1999, Federico Mayol, Mayol para sus amigos, jubilado y con sus bodas de oro ya bien celebradas, es arrojado bruscamente a la intemperie de la vida de separado y se asoma al descubrimiento de una nueva posibilidad de empezar.

Viaje verticalEsta última novela ha terminado de asentar el reconocimiento de la crítica y del público hacia la obra de Vila-Matas. El pie forzado de un anciano con toda su vida a la espalda que inicia un viaje de iniciación al estilo más clásico de la narrativa ale­mana del siglo pasado, es resuelto de manera notable, con esa suerte de marca de fábrica que brinda la mezcla de la liviandad, el humor y la ironía (cuando no el sarcasmo) con los temas obsesivos de la muerte, el agotamiento y el fin del amor. Mayol, un personaje común y corriente, un hombre hecho a pulso y sin mayor espacio para las sutilezas y menos para los refinamientos de la cultura, descubre para sí mismo y para el lector que siempre hay otros destinos posibles, y que todo encuentro, por tardío que sea y con el objeto que sea (en su caso, el ámbito de la cultura), puede dar un giro a la historia, tal vez ese giro que todos esperamos que se dé alguna vez en la vida, el giro hacia una vida más vida, aunque sea en el umbral de la muerte.

Doctor Pasavento

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 21 de enero de 2006

doctor pasaventoEn una novela anterior, El mal de Montano, Enrique Vila-Matas enunció, a su modo irónico y distanciado respecto de su obra, el rasgo que cada vez más la distingue como una de las más singulares y originales del panorama narrativo de la Europa contemporánea: quien escribe en sus obras -Montano, Pasavento, Vila-Matas- está enfermo de literatura, invadido por la literatura, poseído por la literatura. Doctor Pasavento extrema la tendencia a fundir en un solo género la novela, el ensayo y la autobiografía, aunque esta última sea, sobre todo, la reconstrucción morosa de un itinerario de lecturas y de encuentros literarios. Escritores vivos y muertos, libros publicados y libros imaginados, devienen en personajes que el narrador incorpora en la trama y que desempeñan un papel fundamental en el avance de su proyecto, una interrogación amplia, lúdica y tremendamente seria a la vez, sobre el lugar del escritor en el mundo.


Si en Bartleby y compañía el autor exploraba el silencio, el gesto de dejar de escribir (o de no haber empezado nunca a hacerlo), en Doctor Pasavento indaga sobre la voluntad de desaparecer, ya sea en la escritura o desde la escritura. En ambos casos se trata de recuperar una biografía borrada o suplantada por la escritura, siguiendo,
por ejemplo, el caso de Martín Walser, el escritor de entreguerras que desempeña, en esta novela, un papel central. Walser, al ingresar a un manicomio, «se desprendió del agobio de una identidad contundente de escritor, sustituyéndolo todo por una feliz identidad de anónimo paseante en la nieve». Pasavento aprovecha un curioso intento de suplantación para intentar a su vez desaparecer, adoptar otra identidad, pero el camino que inicia lo devuelve, una vez más, al ancho campo de la literatura, y el psiquiatra convertido en escritor no puede menos que citar a Vila-Matas: «Siempre quise ser escritor para explicar que, aunque no entendamos nada, la literatura le da sentido a todo». Y en esa aparente contradicción se esconde o se ofrece una clave más para entender al autor de una obra siempre consciente de sí misma, que amplía la ficción hacia ámbitos nuevos, propios, por ejemplo, de la filosofía, pero sin pretensiones totalizadoras y rescatada de la mera especulación por un firme sentido del ritmo literario, por el humor y la distancia, por el genio perverso de un escritor capaz de ver el otro lado del espejo.

Enrique Vila-Matas. Editorial Anagrama, Barcelona, 2005. 389 páginas.

También esto pasará

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, primero de agosto de 2015

Maquetación 1Esta novela de Milena Busquets es uno de los sucesos de la temporada 2015 en España, reeditada y traducida rápidamente a diversas lenguas. Su autora propone un relato que se basa en su biografía, especialmente en la relación con su madre, la famosa escritora y editora que fundó y mantuvo bajo su dirección por 40 años el sello Lumen. Una de las razones es la misma que la crítica le reprochaba a Javier Marías cuando publicó su primera novela: no parece española. Es decir, nada de la pesadez del castizo y sí un ritmo veloz e infatigable, al lado de una saludable desinhibición para hablar tanto de temas íntimos como de la especial relación con su madre, a quien define como «el gran amor de su vida».

Como en tantos otros casos recientes, no importa en absoluto qué es ficticio y qué pertenece al dominio de la biografía; lo que interesa es cómo Busquets elabora ese material y se lo propone al lector. La agilidad narrativa y la vivacidad de las descripciones, así como la puesta en escena del torbellino que la sacude en el verano siguiente a la muerte de su madre, que pasa en Cadaqués en compañía de sus hijos, de sus amigas, de sus dos ex maridos y de su amante y su familia -ya esa conjunción insólita da para el desarrollo de una historia novedosa-, es un relato atractivo en parte por ello y en parte por el aire de honestidad y sinceridad que lo recorre, ayudado además por la fluidez del paso de la narración en primera persona a interpelaciones directas a la madre muerta, muy bien integradas en la estructura. Es una protagonista que pareciera no querer dejar nada en la sombra, que describe a los hombres que le gustan, que no tiene problemas -al contrario- con las relaciones paralelas, y que, sobre todo, vive el momento con una enorme intensidad, con los ojos abiertos a todo lo que puede ser de interés en el mundo. Solo la malogra un cierto hábito sentencioso, casi epigramático, que suelta en hilera frases que, en realidad, suelen decir muy poco o que no resisten la comparación con otras experiencias vitales. Van dos tomadas al azar: «Amamos como nos han amado en la infancia, y los amores posteriores pueden ser solo una réplica de ese primer amor». «No hay marcha atrás en una historia de amor, una relación es siempre una carretera de sentido único». Puede no ser relevante para la lectura. Es solo que ese tipo de afirmaciones taxativas van sumándose y afectan el ritmo de la narración.

Milena Busquets. Anagrama, Barcelona, 2015. 172 páginas.

Máscaras, alteridades y restaurantes chinos

El impostor

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 2 de mayo de 2015

Portada-El-impostor«El pasado es solo una dimensión del presente», se lee, varias veces, en la reciente novela -u obra, o novela sin ficción- de Javier Cercas. El autor de la frase es William Faulkner, y Cercas lo cita para describir el modo en que el protagonista del libro no cesa de reinventarse, de actualizar su pasado, de transformarlo y reescribirlo para dar otro sentido al presente. La historia que pesquisa Cercas con pasión de sabueso es increíble, pero también -y eso es lo que le otorga un valor universal al libro- perfectamente posible. En tiempos de confusión, en tiempos de revoltura, nadie mejor preparado para medrar que quien puede no solo adaptarse, sino además transformarse en otro, en aquel otro que el presente, que ese presente, que ese momento histórico de caos y confusión, demanda.

Enric Marco Batlle descubrió el potencial enorme de la impostura cuando se aproximaba el final del franquismo. Si antes ya era un pillo, un mentiroso, un hombre habituado a la doble vida, al ocultamiento del pasado (o a su transformación) y al aprovechamiento de cualquier ocasión, durante esos años confusos, cuando la historia de España también fue -dice Cercas- un lío monumental, Marco vio la riqueza del filón y actualizó su historia a tal punto que una vida absolutamente corriente y despojada de todo heroísmo (y más bien rica en abandonos, traiciones y engaños) se transformó en una biografía heroica. Que tuvo sus etapas. Que usó distintas máscaras. Que si mantuvo una constante, es lo que Cercas llama la «mediopatía», el afán incesante por salir en la foto, en todas las fotos. La historia, ya está dicho, es increíble. El obrero metalúrgico que nunca tuvo relación con la oposición y la resistencia a Franco terminó presidiendo el principal sindicato anarquista de España. El hombre que partió a Alemania como trabajador voluntario (mediante un convenio entre Franco y Hitler) terminó como presidente de la Asociación Amical de Mauthausen y otros campos. Pero el valor del libro no está solo en su capacidad para revelar la impostura en todas sus dimensiones, sino, sobre todo, en la constante reflexión que el autor lleva a cabo sobre la verdad y la mentira, la novela y la realidad, la función del arte y su articulación con la vida. En ello es consistente con un trabajo narrativo que ha insistido en borronear las fronteras de los géneros y en asomarse, por esa vía, a aquello que los constituye.

Javier Cercas. Literatura Random House,Santiago, 2015. 427 páginas.

Kassel no invita a la lógica

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 4 de octubre de 2014

kassel-no-invita-a-la-logica_9788432221132 (1)Enrique Vila-Matas fue el invitado estrella del Festival de Literatura que se celebró en Buenos Aires, Montevideo y Santiago. Felizmente ya estaba en las librerías chilenas su última novela –o “reportaje novelado”, como la describe-, Kassel no invita a la lógica, título enigmático que se aclara con la lectura. En esa ciudad alemana se lleva a cabo, cada cinco años, la Documenta, una exposición de arte que se ha constituido en la oportunidad para revisar tendencias vanguardistas desde que se realizara por primera vez en 1955. Los ciudadanos de Kassel, un importante centro de producción de armamentos y escala para muchos convoyes cargados de judíos rumbo a los campos de concentración, optaron por privilegiar el arte antes que la reconstrucción para cambiar la imagen de la ciudad. Todo esto lo cuenta el autor en el libro, que da cumplida cuenta de su viaje y sobre todo de los paseos que realizó por la ciudad y de las reflexiones que fue elaborando mientras caminaba de una instalación a otra.

Aquí confluyen varias características de la narrativa de Vila-Matas. La propia vida como materia de la ficción, por ejemplo, que está presente en sus textos cada vez de manera más pronunciada; y la progresiva difuminación de la frontera entre la narrativa y el ensayo. El interés del reportaje gana muchísimo porque se instala detrás la mirada de un autor reflexivo que no vacila en lidiar con ocurrencias, teorías y personajes y que, sobre todo, no le teme a lo nuevo (y lo nuevo que hay en Kassel es cuanto menos desconcertante). “Me había fascinado gran parte de lo visto (…) porque sin la fascinación por lo nuevo –o por aquello que tenía el detalle de al menos intentar parecerlo- no podía vivir, no había podido vivir nunca, al menos desde que supe que existía o podía existir lo nuevo”. A su vez, las abundantes reflexiones sobre el destino de Europa, sobre el arte contemporáneo y sobre la escritura están muy bien incorporadas en el desarrollo de una trama minuciosa y divertida, con un personaje protagónico con un humor extravagante apresado por l’esprit de escalier, aquello que ocurre cuando se tiene una conversación y luego de un rato, cuando ya es muy tarde –cuando ya se está debajo de la escalera-, viene a la mente la respuesta oportuna, precisa y aguda. Ese personaje torpe y variable, que está de buen ánimo por las mañanas y deprimido por las tardes, que se convierte en una instalación viva en la Documenta, anima una de las propuestas más nuevas y refrescantes de la literatura reciente.

Enrique Vila-Matas. Seix Barral, Barcelona, 2014. 300 páginas.

Daniela Astor y la caja negra

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 28 de septiembre de 2013

Maquetaci—n 1¿Cuántas maneras hay de leer y contar un proceso de transición a la democracia? Los novelistas españoles demuestran que hay muchas, como se ve en dos novelas que comienzan en 1978. Javier Cercas, en Las leyes de la frontera, optó por el retrato de los delincuentes juveniles que, por un extraño azar de la historia, en algún momento fueron vistos como héroes; y Marta Sanz, en Daniela Astor y la caja negra, por el progresivo descubrimiento del cuerpo femenino y de sus derechos. La novela discurre por un doble trayecto: por una parte, está el relato en primera persona de la protagonista que habla desde sus doce años, pero, invirtiendo el dicho habitual, desde el adulto que todo niño lleva dentro. Por otra, el libreto de un documental realizado por la misma Catalina a sus cincuenta años, que recorre páginas de la década de los setenta: las primeras portadas de la revista Interview, que incluían desnudos de famosas actrices y cantantes; el género cinematográfico del «fantaterror» español, que antecedió en audacia y desnudos a la comedia erótica que floreció ya iniciada la transición; las vidas quebradas de esas mismas actrices que marcaron el preludio del destape español de comienzos de los ochenta. Catalina y su amiga Angélica sueñan que se llaman Daniela Astor y Gloria Adriano, mujeres bellas y rutilantes que despiertan el deseo masculino, cuando en realidad son dos adolescentes que enfrentan el despertar de su conciencia de mujeres en el marco de una sociedad represiva y timorata. El doble o triple juego entre su vida convencional y la vida de fantasía, entre el documental que rememora y desmenuza lo que hoy llamaríamos la farándula en la época en que las niñas viven, le otorga a la novela no solo complejidad e interés, sino también una rara capacidad de construir personajes atractivos e historias cuyo desgarro -porque, por supuesto, la realidad impone sus derechos y las obliga a desterrar a sus falsas identidades, incapaces ya de sostener el muro defensivo de la fantasía- comienza cuando la madre de Catalina adopta una decisión que significa la ruptura del entramado familiar. Desde sus cincuenta años, o desde la adulta que la niña lleva dentro, Catalina ofrece un recorrido sereno y revelador de cómo las mujeres de su generación se descubrieron a sí mismas y de cómo vivieron esa transición que fue también, de alguna manera, un paso a la madurez.

Marta Sanz. Anagrama, Barcelona, 2013. 267 páginas.