Karl Kraus en los últimos días de la humanidad

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 23 de mayo de 2015

KrausAdan Kovacsics nació en Chile y emigró joven a Viena, donde se especializó en la traducción de autores austriacos y húngaros de entreguerras al castellano, a lo que añadió una breve y sugestiva obra ensayística propia. A esta vertiente pertenece la presente obra. Kovacsics es uno de los grandes especialistas en Karl Kraus, un intelectual y dramaturgo que ejerció ambos oficios con una lucidez y un manejo de la lengua que tiene poco parangón en el siglo XX. Escribió miles de páginas, por decenas de años, en su revista Die Fackel (La Antorcha). Las editoriales Visor y Acantilado han publicado contundentes selecciones de sus escritos. También cultivó el aforismo. Agreguemos su carrera de dramaturgo, que consta al menos de dos obras capitales: La tercera noche de Walpurgisy, Los últimos días de la humanidad, que se extiende por más de 700 páginas. Kraus la escribió mientras se libraba la Primera Guerra y usó en ella una enorme variedad de léxico y estilos que Kovacsics logró verter al castellano en una versión que ya no se encuentra en librerías (aunque sí una edición resumida por el mismo Kraus y traducida por Kovacsics).

Valga esta introducción para recomendar la lectura del ensayo de Kovacsics, que gira en torno a la relación que mantuvo con la baronesa Sidonie Nádherny. La primera parte registra episodios, viñetas y reflexiones, con un estilo libre, que hace surgir a un personaje muy distinto de la imagen atrabiliaria y severa que se ha difundido. El hombre enamorado de una aristócrata (y que por su origen no puede casarse con ella), que muestra una personalidad compleja y sorprendente, que vive y viaja mientras escribe y que se apasiona por las escenas de su propia vida. Luego, entrega fragmentos de la correspondencia entre Karl y Sidonie, que podía ser leída por otros (la censura oficial y el espionaje de la familia de ella) y que, por tanto, está llena de claves y sobrentendidos. Pero, sobre todo, es una prueba de pasión amorosa, con esa cursilería que jamás avergüenza a los auténticos amantes. La segunda parte se compone de tres breves ensayos de Kovacsics sobre Kraus, que exhiben tanto el conocimiento del autor sobre su personaje como una singular y atractiva afinidad en la manera de leer el mundo.

Adan Kovacsics. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2015. 251 páginas.

La entrevista completa de Rolling Stone: Susan Sontag

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 6 de septiembre de 2014

Sontag UDPSontag ocupa un espacio conflictivo para muchos. Nadie la considera una filósofa, pero la etiqueta de ensayista le queda estrecha; la salida es considerarla una intelectual, categoría muy amplia y a ratos cuestionada, pero que de todas maneras sirve para apuntar a lo que ella describe como su oficio: pensar. «Yo pienso en todo lo que me sucede», dice al comienzo de esta larga entrevista que se llevó a cabo en dos momentos, separados por seis meses, en París y en Nueva York, en 1978.

La revista Rolling Stone publicó, en su momento, un tercio del texto, que solo en 2013 fue editado completo por su autor, el periodista Jonathan Cott, quien señala en el prólogo que ella y el pianista Glenn Gould son sus únicos entrevistados que no hablan con frases, «sino con párrafos expansivos y mesurados». De ahí la particular textura de la entrevista, donde hay pocas vacilaciones y una muestra clara de cómo entiende Sontag la tarea de pensar: en diálogo, cotejando ideas, porque, dice, «conversar me da la posibilidad de saber qué pienso». Y de eso va, pues, este libro. Cott había leído con mucha atención los ensayos y obras narrativas de Sontag; entre ellos, Contra la interpretación -su obra más famosa- y La enfermedad y sus metáforas. Cuando dice que piensa en todo lo que le sucede, alude al origen de este último libro; tuvo cáncer y ello la llevó a pensar en la enfermedad. Es muy interesante que ya en esa fecha hubiera una voz tan clara y firme contra esa tendencia a sentirse culpable cuando sobreviene una enfermedad.

La entrevista discurre de forma muy libre por aquel tema y por los otros que recorren sus libros: su desconfianza hacia las metáforas y su pasión por la escritura despojada como la de Kafka, Calvino, Beckett o Borges; su repulsa al sistema patriarcal que considera a las mujeres más que los niños y menos que los hombres, «niños mayores con el encanto y el atractivo de los niños»; sobre el modo en que se instala, observa y reflexiona acerca de la realidad en que está inmersa; sobre la vida intelectual de la época. En suma, un diálogo apasionante, vivo y cercano, que sin duda valía la pena rescatar en toda su extensión.

Jonathan Cott. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2014. 139 páginas.

Continuación de ideas diversas

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 8 de marzo de 2014

continuacion-de-ideas-diversas-674x1024Aunque el escritor argentino César Aira ha escrito algunos ensayos (sobre Alejandra Pizarnik y sobre Copi, pero sobre todo su inigualable Diccionario de autores latinoamericanos), y aunque ha incursionado en el género dramático, el trazo principal de su escritura corre por la novela y, en menor medida, el cuento. Este libro -y en verdad no podría ser de otra manera, tratándose de Aira- rompe las convenciones exigidas tanto al ensayo como al diario de vida y aún a la ficción, puesto que de todo ello hay en esta sucesión de parágrafos que alguna vez enlazan con el siguiente, aunque lo habitual es que el tema cambie completamente. Recuerdos, películas, hechos del día anterior, el insomnio, la literatura y sus procedimientos, ideas de novelas, las pesadillas, ácidos juicios sobre el mundo contemporáneo, su manera de entender el ejercicio de la escritura, dan forma a un libro que gana valor (unos cuántos parágrafos se refieren al tema del valor literario o artístico) por varias razones. Primero, se trata de la inconfundible voz narrativa de Aira, uno de los escritores menos convencionales y más atractivos de la escena latinoamericana actual. Segundo, Aira habla de sí mismo, en primera persona, y, aunque sea de manera parcelada y casi renuente, como si tratara de esconder en la ironía o la distancia la peripecia autobiográfica, ofrece un singular recorrido por su formación como lector y algunas luces -pocas- sobre su familia y su entorno. Tercero, recupera una tradición (y la subvierte, por supuesto) ya antigua, esos libros de pensamientos (que solían incluir aforismos, pero esas frases cerradas y tajantes, que sobreviven la cita en cualquier contexto, no van con el autor) que menudearon en Europa hará un par de siglos. Aira la subvierte por la libertad que se toma con los temas y la ausencia de todo intento moralizante o al menos pedagógico. Se convierte así en un recorrido que el mismo autor describe como un “cadáver exquisito”, esa forma de escribir entre varios donde cada uno aporta un verso o un párrafo, solo que en este caso todas las ideas, las ocurrencias, los sueños, vienen de un escritor que si a los 14 años leía a Proust, Borges y Kafka (y por ello dice de sí mismo que fue “un lector muy precozmente intelectual, muy highbrow y no poco esnob, muy literario”), también afirma que la principal influencia en su vida de escritor son “las historietas de Superman, de los años cincuenta y sesenta”. Este contraste -uno de tantos- puede dar una idea de lo que hay en este libro singular y único, tan Aira como Aira.

César Aira. Ediciones Universidad Diego Portales, 2014. 86 páginas.

Poco hombre. Crónicas escogidas

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 14 de diciembre de 2013

poco-hombre-617x1024Pedro Lemebel es, a estas alturas, un nombre consagrado en la literatura chilena, cuestión que hay que abordar con los matices que requiere. Salvo una incursión en la novela –género en el cual, claramente, no se halló–, ha cultivado la crónica como su género predilecto. Ahí, en la brevedad de piezas que suelen comenzar su recorrido en diarios, revistas y radios antes de recalar en libros (ya son siete), es donde mejor suena esa voz personalísima y donde esa sintaxis sinuosa logra un ritmo único en nuestras letras y probablemente en la literatura en castellano. La presente antología, realizada y prologada por Ignacio Echevarría, no se guía por el orden cronológico en que aparecieron las crónicas, sino por el intento de ofrecer «los retazos de una especie de autobiografía» que, sin embargo, es también «una panorámica de la sociedad chilena de las cuatro últimas décadas». Así leído, como una historia, como un relato unitario que enlaza la historia personal con la crónica histórica, social y política, este libro se convierte en la mejor herramienta para conocer la obra de un autor que escribe desde el margen, desde la minoría de la minoría, desde el punto de vista de la loca que incluso es mal mirada dentro del mundo gay; y desde ahí levanta una mirada que ha ido consolidando no solo un estilo, sino también una forma de hacerse presente; y esa manera de cultivar su personaje autoral es, según señala Echevarría, «ponerse en juego él mismo, contrariando las expectativas, autoperformándose, escenificándose cada vez de la manera más eficaz para su objetivo que, combinando siempre la denuncia con el testimonio, sigue siendo contrabandear «contenidos, entre comillas, periféricos», con el propósito de «dignificarlos, más que legalizarlos o adscribirlos a una cultura urbana»». Y ahí está, sin duda, una de las claves de la escritura de Lemebel, el rescate de la dignidad de la pobreza, del marica, de la loca, tanto como la denuncia feroz de la hipocresía y de los dobleces que tanto afectan la sociabilidad criolla. Lo que impresiona más de la lectura es la coherencia del personaje que habla y la riqueza enorme que hay tanto en el estilo que busca –y logra– seducir al lector, como en sus hallazgos imprescindibles sobre la sociedad de la que formamos parte.

Pedro Lemebel. Selección y prólogo de Ignacio Echevarría. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2013. 280 páginas.

Eugenio Lira Massi, «El hombre del momento»

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 7 de septiembre de 2013

elhombredelmomentoportada-641x1024A cuarenta años del golpe militar, es muy oportuna la aparición de El hombre del momento, que recupera para lectores contemporáneos las columnas que Eugenio Lira Massi, un periodista formado a pulso (es decir, en el ejercicio de la profesión y no en la universidad) publicó en diarios como Clarín y Puro Chile entre 1969 y 1973. Socialista y allendista, Lira Massi además participaba en programas de televisión; su militancia y su fama llevaron a que fuera puesto en la lista de personas más buscadas tras el golpe. Se asiló en la embajada de Francia y murió en 1975, en París, de un derrame cerebral, a los 40 años.

El libro está dividido en dos grandes secciones. La primera, «Érase una vez», agrupa las columnas autobiográficas que publicó en Puro Chile. Se trata, sin duda, de lo mejor del volumen, donde el autor demuestra su talento para usar el lenguaje popular con una viveza y plasticidad muy poco habituales, al servicio de la reconstrucción de la vida cotidiana en diversos lugares del país, pero sobre todo en la comuna de Independencia. La sociabilidad, los partidos de fútbol, los amigos, los padres de los amigos y personajes tan entrañables como Cara de Hacha, un chofer de micro que siempre hablaba de sí mismo en tercera persona, Pildorita, el Lalo, el Tuco, el Pocho, son la materia prima para esta manera de recuperar una manera de habitar la ciudad que parece ya desaparecida, pero que también, gracias a la fluidez y riqueza del estilo de Lira Massi, parece también tan viva y tan cercana. La segunda, «A mi distinguida clientela», recopila columnas de variado orden temático, donde el autor le habla a los lectores con una naturalidad impresionante, como si se tratara de sus amigos o como si estuviera reunido con ellos en algún bar o en una casa. Ahí muestra también su lado más mordiente -usaba el sarcasmo como una herramienta muy bien conocida- y sus firmes convicciones políticas. A través de ellas se percibe con fuerza la polarización del país, pero, lo que es más interesante aún, una manera de entender el periodismo sin remilgo alguno, que convertía a personas como Lira Massi, José Gómez López, Fernando Rivas Sánchez, en personajes relevantes en el paisaje político y cultural de la época. De ahí que este libro sea tan importante para la memoria, como caso ejemplar de periodismo comprometido y por su manera de narrar, tan viva y dúctil que admite muy pocas comparaciones.

Eugenio Lira Massi. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2013. 212 páginas. Selección y prólogo de Marcela Fuentealba.

Epitafio de Romain Gary

Reseña publicada en la revista El Sábado del diario El Mercurio, 3 de agosto de 2013

romaingaryportadaEste libro de Nancy Huston, editado originalmente en 1995, tiene un doble valor. Por una parte, rescata la memoria de uno de los escritores franceses más destacados del pasado siglo, cuya obra ha vuelto a aparecer, con cuentagotas, en los catálogos editoriales españoles; está disponible un puñado de los 35 libros que escribió con sus principales seudónimos (nació como Roman Kacew en Lituania y, tras un largo ciclo como Romain Gary, reapareció con increíble fuerza como Émile Ajar). Pero no se trata de cualquier rescate. No es un ensayo escrito a la manera clásica, sino una interesantísima indagación sobre la identidad y su relación con la construcción de relatos. Huston sostiene, en otro ensayo que Mauricio Electorat cita en el prólogo, que el hombre es la única especie que sabe que nace y que muere, que la vida describe un arco: «Una forma que se despliega en el tiempo, con un principio, unas peripecias y un final. En otras palabras: un relato». Por eso es tan interesante y provocadora la figura de Romain Gary para Huston, aunque esté en el lado opuesto de su feminismo: porque el relato de Gary, quebrado y múltiple, arropado en distintas identidades, camaleónico en el estilo y en el lenguaje (escribió novelas en inglés y en francés, cuando ninguna de las dos era su lengua materna, y se autotradujo en ambas direcciones), en perpetua contradicción consigo mismo, capaz de escribir alternativamente una obra maestra y un bodrio fatal, le permite un diálogo fecundo y revelador con el hombre y la obra. El ensayo está escrito como si se tratara de una conversación entre la autora y Gary, donde ella lo interpela directamente y busca las respuestas no solo en las obras, sino también en las declaraciones y fanfarronadas del escritor, quien también inventaba a su antojo su propio pasado. Es decir, hacía lo que todos hacemos, el trabajo de la memoria que archiva, olvida, falsea, clasifica y ordena, solo que, en el caso de Gary, acompañado por una obra monumental donde ajusta cuentas con su origen judío, con su madre que lo alimentó de sueños y murió antes de asistir a su cumplimiento, con su vida, en buenas cuentas, siempre enmascarada y que conduce a esta reflexión final de la autora: «Como tú. Romain, todos somos metecos bastardos echados a la tierra sin la menor razón, para forcejear para siempre entre lo noble y lo innoble, la gracia y la desgracia que nos habitan».

Nancy Huston. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2013. 123 páginas.

Teoría de la noche, María Moreno

Reseña aparecida en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 30 de abril de 2011.

Teoría de la noche

«Antología de textos», dice el subtítulo de este libro de la argentina María Moreno, quien a su vez es presentada, en la solapa, como «periodista, narradora y crítica cultural». De todo ello hay en Teoría de la noche, que prefiere formas clásicas como la columna de opinión, la crónica, el reportaje, aunque con una carga de sentido poco habitual, que transporta a la mayoría a una dimensión crítica –en su sentido analítico- poco habitual en el periodismo; pero su rasgo más destacado, sin duda, es que la escritura rompe definitivamente los moldes. «Textos», sí, inclasificables, que superan largamente la coyuntura aunque se trate de columnas de página y media publicadas hace 30 años, o reportajes coyunturales de hace diez, o ensayos más bien literarios escritos el año pasado, todos traspasados por un estilo que revela a la escritora mucho más que a la periodista. Luego de la lectura se entiende mejor el elogio de Ricardo Piglia incluido en la contratapa: «María Moreno es uno de los mejores narradores argentinos actuales. Tal vez el mejor. Sus crónicas saben captar con oído absoluto las voces y los tonos extraviados de su época». Sin duda. Pocos libros de ensayos y crónicas brindan un placer de lectura tan claro y tan revelador. Moreno habla (casi) de todo; una línea fuerte pasa por la exploración de las minorías sexuales y los temas de género; otra, por un feminismo agudo y abierto, que no se cierra en posiciones dogmáticas ni denigratorias; otra, por los simples ecos y resonancias de la vida cotidiana, de los gestos y los dichos de sociedades en movimiento.

Para los chilenos interesará más, probablemente, la última sección, “Yergue el Ande”, una colección de ensayos referidos a Chile o a chilenos, desde la ex miss universo Cecilia Bolocco hasta, con un raro sentido de la oportunidad, el poeta Gonzalo Rojas, muerto en esta semana. Y si “Boloccotuda total” es un texto corrosivo que desnuda abajismos, arribismos y siutiquerías sin cuento, el ensayo sobre Rojas es un singular y cariñoso homenaje de una feminista a un feo machista. El ensayo que da nombre a la sección, en tanto, es autobiografía de la mejor. Hay más, tanto ahí como en el resto del libro. Mucho más. Moreno es una autora refrescante, rara vez excesiva, siempre sugerente.

María Moreno. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2011. 170 páginas.