El libro más peligroso

Reseña publicada en la revista «Sábado» del diario El Mercurio, 23 de marzo de 2019

El Ulises de Joyce está considerado hoy un libro canónico, crucial en el desarrollo de la literatura del siglo XX. Tiene fama de difícil, de literatura para especialistas, pero no es así: se puede leer y gozar. Tiene, en castellano, una interesantísima historia de traducciones donde destacan la primera y la última, ambas realizadas por argentinos, ambos traductores no profesionales. Joyce es parte indiscutible del canon y una de las mayores ausencias en la lista de premiados por el Nobel de Literatura. Sin embargo, el camino para arribar a ello fue más largo e intrincado de lo que se piensa. De hecho, el libro fue condenado por obscenidad y prohibido en el Reino Unido y en Estados Unidos. Fue publicado en Francia y desde ahí circulaban copias clandestinas que encontraban muchas dificultades para sortear las revisiones aduaneras. Más todavía, se impuso el silencio sobre el autor y la obra en los medios de comunicación; una obra censurada, para los encargados de la salud moral de la población, no existe, y ya solo mencionarla en un programa radial podía acarrear el inmediato ostracismo en cadenas como la BBC. Si se han escrito ríos de tinta sobre la novela, menos se ha explorado el sinnúmero de dificultades que debió atravesar para llegar a las vitrinas de las librerías y a los lectores.

Es la historia que reconstruye Kevin Birmingham en El libro más peligroso. James Joyce y la batalla por el Ulises, una investigación que sigue hasta cierto punto —pero con apasionante detalle— la huella biográfica del irlandés y de Nora, su mujer, mientras escribía su obra mayor, para luego centrarse en el largo e intrincado conflicto que la novela vivió en su enfrentamiento con tribunales y agencias estatales. Los personajes de reparto son estudiados y retratados de acuerdo con su gravitación en esta densa trama. Por ejemplo, Sylvia Beach, la fundadora de una de las librerías de mayor fama mundial, Shakespeare & Company, que publicó en 1922 la primera edición del Ulises; o el juez John Woolsey, autor del fallo de 1933 que liberó la circulación de la novela, dictamen jurídico que cambió la legislación estadounidense sobre la obscenidad, pero que también fue una sentencia histórica y política. Cuando se llevó a cabo el juicio, los nazis ya habían comenzado a quemar libros; la abolición de la censura, entonces, fue un gesto libertario y democrático que, como dice el autor, «convirtió la insurgencia cultural en una virtud cívica», gesto que sigue resonando hasta hoy.

Kevin Birmingham. Es Pop Ediciones, Madrid, 2016. 478 páginas.

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