Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 30 de enero de 2016
En uno de los cuentos, los personajes ironizan diciendo que nada ha motivado más para incorporarse a los marines que Full Metal Jacket, el filme de Kubrick sobre Vietnam. «Y eso que es una película antibelicista», dice uno, a lo que el otro responde: «No hay ninguna película antibelicista. No existe tal cosa». El cine es un espectáculo soberbio, que puede rebasar el discurso explícito de una película, o su intención de denunciar los horrores de la guerra; en cambio, con libros como este, no hay cómo entusiasmarse con el resultado. Tal como ya lo hizo Gabe Hudson con la Guerra del Golfo en un libro magnífico, Estimado Sr. Bush, Phil Klay, veterano del cuerpo de marines, pone en escena las guerras de Irak y Afganistán, que fueron cualquier cosa menos que un aséptico paseo por los arenales, sustentados en el abrumador dominio en tecnología bélica de las tropas estadounidenses. Klay, ganador del National Book Award y felicitado por Barack Obama, construye relatos en torno al daño -físico, anímico, espiritual, por decirlo de alguna manera- que la participación en la guerra produce en los soldados y en quienes los rodean.
Klay pasa revista a variados oficios dentro del Ejército: los encargados de las unidades funerarias, los POG (personal militar que no entra en combate, los cuerpos de ingenieros, los encargados de operaciones psicológicas). De este modo, la violencia del enfrentamiento está mediada por otra experiencia o narrada desde un punto de vista no convencional; aunque hay relatos de combates concretos, son los menos. Pero lo que siempre está presente es el riesgo y la precariedad, en zonas donde abundan las trampas explosivas y los atentados suicidas en contra de los vehículos del ejército. Hay otro elemento característico de estos relatos: abundan las siglas -de hecho, hay un glosario de varias páginas para entenderlas-, hasta el punto de que uno de los cuentos está construido sobre ellas. Ello habla de la complejidad de la maquinaria bélica y de la respuesta organizativa, que enuncia y nombra por siglas hasta las cosas más irrelevantes. Con todos ello, ni hay heroísmo, ni épica, ni gloria. Uno de los mejores cuentos -«El dinero como sistema armamentístico»- abre con esta frase: «El éxito era una cuestión de perspectiva», pues no hubo, ni hay, en esas guerras, puntos claros que marquen un triunfo o una derrota. Solo queda el daño, en las tierras de combate, en los combatientes de ambos bandos, en los civiles caídos, en las familias que reciben a soldados heridos de inimaginables formas.
Phil KLay. Literatura Random House, Barcelona, 2015. 275 páginas.