Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 18 de junio de 2016
Tal como señala la traductora y autora del prólogo, Socorro Giménez, la edición de este libro se justifica más por quién la escribió que por el personaje. Hay biografías más completas, una enorme cantidad de aproximaciones teóricas a su obra y está, cómo no, el texto autobiográfico que él escribió, Las confesiones, publicado póstumamente, muy revelador, pero también manipulador. Es uno de los principales filósofos y, diríamos hoy, intelectuales del siglo XVIII, aunque su legado sea profundamente contradictorio, a tal punto que admite muchas etiquetas y distintas valoraciones. Una de ellas es la que resalta esta semblanza biográfica escrita por Mary Shelley: su profunda influencia entre los liberales ingleses; entre ellos, su madre, Mary Wollstonecraft, autora de Vindicación de los derechos de la mujer, uno de los primeros textos que reivindica la igualdad de género, y su padre, William Godwin, filósofo que compartió con su hija la lectura entusiasta de los libros de Rousseau. Ello prueba, señala Giménez, que el filósofo francés fue un compañero intelectual a lo largo de la vida de la autora, desde mucho antes de que comenzara a escribir biografías para una enciclopedia.
De ahí el valor de este ensayo biográfico, seguido por un texto escrito mucho antes, el Retrato de Madame d’Houdetot, la mujer de la que Rousseau se enamoró perdidamente. Estos textos -y otros que han sido recuperados en el ámbito anglosajón- muestran la faceta de editora, ensayista y articulista de una mujer mucho más recordada por una obra que pronto se instaló como uno de los grandes mitos de la modernidad, Frankenstein o el moderno Prometeo, que Mary escribió a los 19 años y que remonta su origen al verano de 1815, cuando las cenizas volcánicas del monte Tambora cubrieron los cielos del hemisferio norte y velaron la llegada del verano. En ese falso invierno, Mary, los poetas Byron y Shelley, John Polidori y otros invitados estaban en el lago Lemán, cerca de la ciudad natal de Rousseau, y esa reunión alimentó la creación de dos potentes arquetipos, el hombre hecho de retazos de hombre y el vampiro. Mary Shelley tuvo una biografía atormentada, pero nunca dejó de trabajar y de escribir, con lo que se ganó un lugar en la escena intelectual inglesa y, aunque nunca escribió directamente a favor de los derechos de las mujeres, como su madre, sí está esa huella que manifiesta una postura feminista evidente en textos como los que presenta este libro, textos educativos, destinados a la clase media, y por lo mismo más interesantes y reveladores de cómo, poco a poco, han ido cambiando la valoración y el papel de las mujeres en la sociedad.
Mary Shelley. Ediciones UDP, Santiago, 2015. 148 páginas.