Trucha panza arriba

Reseña publicada en la revista «Sábado» del diario El Mercurio, 23 de septiembre de 2019

Cinco de los siete cuentos comienzan con la letra e. Un personaje, Henryk, aparece en seis, y el último se titula con su nombre. Su hermano, Mati, protagoniza dos, y su hijastro, Andrés, es testigo de un relato en uno y el narrador de otro. En tres hay animales que desempeñan un papel protagónico: muchas truchas, una vaca y un perro. Henryk, de origen noruego y afincado en Guatemala, es un emprendedor y también un gran fracasado, que en varios relatos se enfrenta con lo que acá llamaríamos “los poderes fácticos”. El libro tiene una sólida estructura; no es una novela, pero, cuento tras cuento, se articula una línea que ahonda progresivamente en la biografía de los principales personajes. Es el primero de Rodrigo Fuentes, cuyo talento surge desde las primeras líneas en su límpido estilo y la fluidez de su manera de narrar, amable, rápida y expresiva, inscrita en la ancha tradición de Augusto Monterroso y Rodrigo Rey Rosa. El tercer cuento, “De repente, Perla”, es digno de cualquier antología, con dos personajes –animales- entrañables, Perla, “la vaca que quería ser perro”, y su compañero de aventuras, Derrepente, el quiltro que súbitamente apareció en la finca de melones de Henryk, vecina de un extenso cultivo de caña de azúcar. La vaca, que baila sobre dos patas, y el perro, que se revuelca con ella en el suelo, se unen a la Antorcha Justiciera, la banda de campesinos que enfrentan los agravios cometidos por los dueños del cañaveral.

Y es que Fuentes no esquiva, ni mucho menos, los conflictos que se viven en su patria. En varios de sus negocios, Henryk es asediado por bancos, abogados y, sobre todo, por gente poderosa que quiere lucrar con su desgracia. Su hermano se hunde de a poco en los meandros de la adicción al alcohol y a las drogas, hasta sentir que “vería arder, como desde una gran distancia, los muelles del mar muerto que llevaba adentro”. En “La isla de Ubaldo”, los campesinos resisten con armas la arremetida de los matones que quieren quedarse con la finca de Henryk. Pero, sobre esa trama de violencia, pobreza y abuso, Fuentes desarrolla historias y crea personajes que apuntan mucho más allá del color local y que seducen por el humor y la humanidad que muestran. Dice Andrés sobre Henryk, en el cuento final, que “su risa franca, y el rostro complacido tras los almuerzos de domingo, presagiaban un descenso calmo y prolongado hacia la vejez”, pero, como se intuye rápidamente, el destino puede torcerlo todo.

Rodrigo Fuentes. Laurel Editores, Santiago, 2019. 150 páginas.