Nocturnos

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 10 de julio de 2010

noctur221012011En el mundo contemporáneo, la música ha pasado a ser parte del tramado cotidiano de manera radical. Puede crear vínculos y establecer misteriosas afinidades, tanto como desatar odios y desprecios. La complicidad en torno a los gustos musicales suele ser un ingrediente esencial en cualquier tipo de relación. Sobre ese fondo, Kazuo Ishiguro, uno de los estandartes del dream team de narradores británicos nacidos mayormente en la década de los cincuenta, escribió su primer volumen de cuentos.El subtítulo del libro es «Cinco historias de música y crepúsculo». Desde luego, el papel protagónico de la música, ya sea desde la interpretación como desde la complicidad en torno a los gustos, y a un cierto tono de melancolía ligado al paso del tiempo y al desgaste que produce en las relaciones de pareja. Es que otro denominador común de los relatos es que se refieren a parejas que están en una zona crepuscular, recién separadas o en vías de hacerlo, por más que el amor mutuo siga siendo una presencia poderosa y viva entre ellos.

Lo seductor de estas páginas está en la perfecta amalgama entre el pretexto y el fondo; es decir, en el modo en que la música y sus efectos se entrelazan con tramas de alcance más universal. Ishiguro, tal como lo mostró en su novela más conocida, Los restos del día, es un maestro en la creación de tonalidades, de climas narrativos, que acompañen y resalten el hilo de sus historias. En este caso, desde el cantante melódico estadounidense que quiere relanzar su carrera y necesita para ello una esposa joven, hasta la pareja de suizos que funden lírica y pop en pequeños escenarios de Europa y ya no logran conciliar el desbocado optimismo de él y la lucidez descarnada de ella, cada relato crece y se desarrolla buscando en todo momento la empatía con los personajes y, por esa vía, con el lector, que no puede menos que hacerse cómplice de ellos. Pero no resulta fácil; Ishiguro no es un optimista y el segundo relato, que podría leerse en clave de comedia, termina por crear la asfixiante sensación de que los malentendidos pueden envenenar cualquier relación. Algunos de los personajes se repiten en los cuentos, aunque en otros contextos, lo que enriquece aún más el tramado delicado y firme a la vez que propone el autor. Y de paso demuestra que, a contrapelo de algunos rezongos que se escuchan ocasionalmente, su generación aún tiene mucho que decir en la narrativa británica.

Kazuo Ishiguro. Anagrama, Barcelona, 2010. 251 páginas.

Diccionario de música, mitología, magia y religión

16075260Este libro fue elegido en la habitual encuesta anual que el suplemento Babelia del diario El País realiza entre sus periodistas y colaboradores, como el mejor ensayo publicado en castellano en 2012. Y no es para menos. El musicólogo Ramón Andrés ya había llamado la atención de la crítica por la fluidez del estilo y la profundidad analítica de sus anteriores libros, virtudes que en esta monumental obra de consulta resaltan todavía más. En la introducción al libro, explica por qué le interesa tanto el rescate de maneras antiguas de resolver una cuestión primordial para el ser humano: la búsqueda de sentido. Le parece sorprendente el empeño racionalista por negar «lo que en realidad tenemos de invención», y agrega: «Somos genética y fabulación, voluntad y nudo de historias «fingidas y verdaderas», por decirlo con Cervantes. Lo sagrado, las más de las veces, es el sordo deseo de explicación». Sobre esa base se adentra en el ancho mundo de la mitología procedente de las más diversas culturas y sigue el rastro del canto primigenio que se moduló de maneras muy similares «en los distintos asentamientos indoeuropeos y sus lejanas migraciones», y destaca, como fondo, la capacidad del sonido -luego transformado en música- para «comunicarnos con experiencias primarias» y así establecer la continuidad del flujo de la vida humana sobre la tierra. Es, claramente, una obra de referencia, con entradas -algunas bastante extensas- sobre personajes, instrumentos musicales y temas mitológico-religiosos, que remiten a otras y que no tienen más orden que el alfabético, siempre con el hilo conductor del modo en que cada entrada se vincula con la música del mito, que sigue resonando hasta nuestros días. Pero también, por la calidad de la escritura y la enorme riqueza del mundo que Andrés despliega desde el inicio, con Ábaris, sacerdote de Apolo Hiperbórico, el abedul y la abeja, hasta las entradas finales, Zaratustra, Zeus y Zoroastro, se puede leer como una suerte de gran relato que enlaza el tiempo y lo convierte en un fluir mucho menos quebrado y cambiante que el que ofrece la historiografía tradicional. Los índices y las referencias en cada entrada facilitan el manejo de una obra impresionante por su acopio de saber y la elegancia con que está expuesto.

Ramón Andrés. Acantilado, Barcelona, 2012. 1773 páginas.

Sinatra: la columna que no fue

Entregué esta columna, que tenía que aparecer publicada el sábado 2 de enero, 9 días antes, justo cuando apareció una nota sobre el mismo libro en la sección cultura del diario. El lunes de esa semana me pidieron que les entregara otra reseña, pero no precisaron bien el la hora límite de la entrega y finalmente no alcancé. Pedí que al menos la postergaran, pero creo que finalmente no aparecerá.

El álbum de Frank Sinatra

Sobre “La Voz” se han publicado miles de libros: una búsqueda en Amazon de biografías de Sinatra arroja sobre 600 títulos, pero con sólo su nombre hay más de 20 mil. ¿Qué agrega, entonces, esta lujosa y cuidada edición, más allá del impresionante material gráfico que incluye? Que el autor es Charles Pignone, un tipo que a los 18 años, en 1984, se convirtió en presidente de la Sinatra Society of America. Desde entonces hasta ahora edita el boletín de la institución, tiene pleno acceso a la familia y se ha convertido en la mejor fuente para el conocimiento de un cantante que marcó a su época. De ahí que este libro no es uno más. Tal como dice Frank Sinatra Jr., la inmensa mayoría de los textos sobre su padre prometen “todos los detalles inéditos de su vida”, cuando en realidad constan “de citas e historias sacadas de otros libros”. No es el caso de éste, apoyado en entrevistas y testimonios de más de 30 personas, acumulados a lo largo de los años, entre los que se encuentran familiares, cineastas, actores y músicos (algunos ya desaparecidos, como Ronald Reagan, Richard Burton y Billy Wilder) y, desde luego, el mismo Sinatra. El texto sigue la clásica línea de tiempo de una biografía, pero sobre la base de testimonios hilados por breves textos de Pignone.

Se trata, obviamente, de una historia oficial que abona a la construcción del mito: cómo se forjó Sinatra, cuáles fueron sus orígenes, de dónde vienen sus principales apodos (“La Voz” y “viejo ojos azules”), su amistad con John Kennedy y Ronald Reagan y su coqueteo con la política, su pasión por el juego, su don sobre los escenarios, su activo papel como actor. No hay mucho énfasis en las zonas oscuras y las acusaciones que se le formularon en otros tiempos. El libro, sin recargar las tintas y con mucha sencillez, propone a un personaje de su tiempo que vivió las contradicciones y temores de la época y que, como artista, ganó una merecidísima fama en el panteón de los grandes.

Pero quizá la nota más distintiva del libro, y que lo hará más valioso para sus admiradores, es la cantidad y calidad del material gráfico repartido en sobres entre las páginas. Desde guiones para apariciones radiales con Dean Martin hasta entradas para sus shows en diversas partes del mundo, desde los programas de las galas presidenciales de 1961 y 1981 hasta afiches, telegramas y partituras, todo en el mismo papel, tamaño y formato de los originales, conforman una muestra notable del recorrido artístico y vital de Sinatra. Pignone describe los objetos y su contexto, lo que valora más aún el despliegue gráfico y el esfuerzo editorial. En suma, se trata de un libro-objeto como pocos, que ya por ello merece que se le destaque. Y, por cierto, también incluye un cd con antiguas y poco conocidas grabaciones.

Charles Pignone. Global Rhythm Océano, 2009, 192 páginas.