Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 31 de agosto de 2013
Parafraseando a Clausewitz, se puede postular que Joven y alocada (el libro) es la continuación del fotolog, del blog y de la película homónimos por otros medios. Se presenta como un libro de memorias y en uno de los breves capítulos –o quizá sería mejor decir entradas o posteos- la autora le aclara a su mamá –y a todos los lectores- que en la película hay “mucha ficción”; en cambio, según la contratapa, esta es “la verdadera historia de Camila Gutiérrez”, una joven evangélica, pero “evangeláis”, es decir, de una iglesia situada en un barrio pudiente de la ciudad. Como ya se insinuó, el libro tiene una estructura que se asemeja a una bitácora digital, pero también hay una suerte de cronología que recorre, sobre todo, la infancia y la adolescencia de la protagonista, mientras que la película se sitúa en un tiempo más específico. Más allá de ello, y dejando de lado los otros modos en que se ha manifestado la experiencia vital de la autora, Joven y alocada (el libro) funciona como un registro de al menos cuatro cosas. Una, el recorrido típico de una joven que llegó temprano a la era digital y usa sin rebozo todos los medios disponibles; dos, el descubrimiento progresivo de la orientación sexual de la protagonista, que finalmente se asume como “bisexual lesbiana”. Tres, su formación en una familia evangélica que llega a ser sofocante cuando además va al colegio de la iglesia, y su progresiva ruptura con su familia. Quizá el documento más serio del libro (y escrito en un tono muy diferente) es la carta que su hermana mayor y Camila le mandan a sus tíos pastores, escrita con respeto y cariño, pero que denuncia, sin concesiones, el tipo de daño que una institución tan cerrada y dogmática puede causar a sus fieles. Y cuatro, el registro del lenguaje juvenil, recogido sin inhibiciones pero también con una buena dosis de creatividad y una poco habitual crudeza. No tiene un gran valor literario, pero como registro de su tiempo es, sin duda, un libro interesante, que muestra desde un ángulo poco habitual los cambios que están ocurriendo en Chile entre las nuevas generaciones. Tiene frescura y gracia, aunque rara vez arranque una carcajada; es que, entre líneas, queda la inequívoca impresión de que, para la autora, el mundo es mucho más extraño, triste y desapacible que lo que sugiere de manera explícita. Las frases con intención graciosa son, en realidad, más bien desconcertantes. El «Diccionario canuto» de las páginas finales tiene, sí, más humor y acidez que el resto del libro.
Camila Gutiérrez. Plaza & Janés, Santiago, 2013. 181 páginas.