El revés de la utopía

La república Independiente de Miranda. Por Enrique Lihn. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1989. 140 páginas.

miranda.jpgEnrique Lihn fue conocido básicamente por su obra poética (La musiquilla de las pobres esferas, París situación irregular, El paseo Ahumada, entre otros títulos), obra que destacó por su seriedad intelectual, por su ceñido trabajo con las formas y por una irreverencia fundada en un acendrado escepticismo. Pero Lihn también destacó en el ámbito de la prosa; desde Agua de arroz, volumen de cuentos publicado en 1964, hasta su novela El arte de la palabra (1981), este autor trabajó, al igual que en su poesía, sobre sendas poco transitadas, con una propuesta estilística y temática que se desmarcaba de las tradiciones vigentes en la literatuta nacional.

En La República Independiente de Miranda, volumen de relatos editado póstumamente, Lihn propone un nuevo territorio para un mapa que registra varios antecedentes: el distrito de Yoknapathawpha de Faulkner, la Santa María de Onetti y el Macondo de García Márquez, para nombrar sólo los más ilustres. Mapa que reinventa e interpreta –o permite leer- el continente real sobre el que se superpone. Este nuevo territorio es una especie de anti utopía de remota ubicación tropical y dislocada geografía, descrito con trazos irónicos y  distanciados que quiebran la esperable alegoría.

El exceso paródico que campea en estos relatos abre una zona imaginaria desgajada del más probable referente (un Chile real agazapado en esta espectral Miranda). Es decir: ante el riesgo de caer en una obvia caricatura o en una historia en clave donde bastaría cambiar los nombres para encontrarse ante una mera crónica, Lihn optó por el exceso. De ahí la delirante geografía de la superposición de islas que conforman Miranda, trazada según líneas cuya regularidad geométrica repugna al sentido común -en el libro es calificada de “estúpida”- e induce a atribuir su creación a humana mano; de ahí la improbabilidad de las catástrofes que arrasan su territorio; de ahí la extravagante importancia de las teorías y prácticas artísticas en la vida política de Miranda.

De este exceso brota una punzante ironía que desafía los códigos del lector. Así como el territorio de Miranda no es reductible al territorio de Chile, estos relatos escapan a la circunstancia en que fueron escritos y se convierten, de carambola, en una mirada de singular lucidez sobre nuestra sociedad.

Pero no sólo de Miranda tratan estos cuentos. Los hay ambientados en Nueva York y en el mismo Chile; su atmósfera, nada mirandiana, tiene, no obstante, indudables relaciones de sentido con los del ciclo de Miranda. Un cuento es ejemplar: “Los gatos”, en donde gatunidad y humanidad se interpelan, agreden y niegan mutuamente.

Apsi 313, del l7 al 23 de julio de 1989

Excesos

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 29 de enero de 2005

excesos de mauricio wacquezMauricio Wacquez, nacido en 1939, pasó buena parte de su vida fuera de Chile. Si antes del golpe militar residió mayormente en Francia, después del mismo se radicó en Barcelona, desde donde continuó su labor como traductor y narrador. En 1971, la prestigiosa colección Cormorán, de la entonces pujante Editorial Universitaria, publicó Excesos, su primera recopilación de cuentos, escritos en Europa, pero situados en diversos rincones de Chile y muy a tono con el espíritu de los sesenta, quizá la década más abierta a nuevas experiencias y a la revolución en todos los ámbitos de la vida social, política y cultural.

Pero Excesos, tal como lo muestra la reciente edición de Sudamericana, es algo más que el espíritu de la época. Wacquez, como lo demostró más tarde en obras como Frente a un hombre armado (1981, reeditada en 2002) y Epifanía de una sombra (2000, editada tras su muerte), es un narrador de rara finura, con una asombrosa sensibilidad para los matices (quizá por ello fue muy cotizado traductor para importantes editoriales españolas; tradujo, entre otros, a Gustave Flaubert, Jean Cocteau y Julien Green) y hábil constructor de relatos.

En el caso de Excesos, hay que matizar el concepto de relatos. Se trata a veces de viñetas, de momentos, de objetos narrativos, por así decirlo, a caballo entre el cuento y la autobiografía y articulados entre sí por personajes o lugares. Es decir, se trata de una de esas colecciones de cuentos que son bastante más que la suma de sus partes y, por tanto, difíciles de incluir individualmente en una antología. A estos rasgos estilísticos hay que sumar la voluntad de provocación contenida en la obra de Wacquez, quien no se detiene ante la maraña de prejuicios que rigen, de manera no declarada pero implacable, la sociabilidad chilena y la corrección de la escritura.

Sin embargo, Excesos transita, se diría, por diversas corrientes o profundidades dentro del mismo cauce; si por un lado hay extremos, violencia, muertes; por otro, por debajo, o por arriba, circula el recuerdo de la infancia, no menos feroz, pero en el sentido de la voluntad de desnudamiento, de exploración hasta las últimas consecuencias de las figuras paternas, del sumergirse en el yo con una sinceridad implacable que no abunda en las letras chilenas.

En el prólogo, Carla Cordua destaca el carácter elusivo de algunos relatos, que abordan mediante rodeos, mediante lo no dicho o lo dicho a medias, temas como la bisexualidad o la homosexualidad. Aquí también, y más que nunca, Wacquez recoge el espíritu de los sesenta, pero no de la revolución que recorría el mundo, sino del clausurado espacio de la sociedad chilena.

Mauricio Wacquez. Editorial Sudamericana, Santiago, 2005. 114 páginas.