Cuaderno alemán

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 26 de diciembre de 2015

Cuaderno alemánLa escritora argentina María Negroni tiene dos novelas a su haber, pero ha transitado mayormente por la poesía y el ensayo; y en libros recientes –Pequeño mundo ilustrado y Elegía Joseph Cornell, por ejemplo- ha mostrado que es posible también que ambos se invadan y se mezclen; poesía con secciones ensayísticas, ensayos con una escritura que se aproxima a la poesía en prosa. En Cuaderno alemán, Negroni avanza por una línea distinta: invitada a Alemania como parte de un intercambio cultural entre ese país y Argentina, debía escribir un blog. Esas entradas están recogidas en este (demasiado) breve libro, y, como era dable esperar, no son precisamente un diario de viaje, sino un registro de experiencias donde caben desde lo que vio hasta lo que alguna vez leyó, recuerdos que se le vienen de súbito a la cabeza, referencias culturales y cinematográficas, sueños, dibujos, fotos y poemas. La segunda parte del libro recoge los que escribió a propósito de Berlín, «su extensión melancólica, su corazón partido, de un lado y otro, por una divisoria todavía palpable, aunque invisible».

La manera atípica en que la autora resuelve la obligación de escribir en un blog -de los que desconfía- y el también poco habitual modo de dar cuenta de un viaje se deben quizá a lo que parece ser la enunciación de una poética: «La literatura es una de las formas menos claras y más profundas de la resistencia». Negroni aborda, por ejemplo, temas históricos y políticos a propósito de su visita al Museo Mercedes Benz, pero el asunto es mucho más complejo. En la escritura es donde mejor se muestra su modo de resistir (al lugar común, a la desidia, a la tentación de no ver) y de subvertir, ya no los géneros, sino cualquier tipo de instalación cómoda en la realidad. Cuando recuerda a un hombre que fue su pareja durante muchos años, escribe una frase terrible: «El desprecio, que es otro nombre del resentimiento, era su mejor defensa y su manera de esconder algo más bien maligno»; pero, un par de páginas antes, incluye una foto de un cochecito de perros muy graciosa. La primera parte del libro se llama «Entre Madame de Stäel y Dora la Exploradora». La primera es autora de un libro sobre Alemania, único texto que Negroni llevó al viaje; y la segunda es la que la lleva a preguntarse qué hace ella entre tanto rubio. Son dos formas de mirar que se despliegan y se superponen constantemente, y que se pueden sintetizar en otra frase del libro: «La felicidad (o lo que llamamos la felicidad), contrariamente a lo que pregonan las agencias de viajes, fecunda en lo familiar».

María Negroni. Alquimia, Santiago, 2015. 102 páginas.

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