Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 28 de marzo de 2015
Hay una venerable tradición literaria y cinematográfica antibelicista. La premisa es que el horror de la guerra es tan atroz, tan brutal, tan carente de sentido, que hay que sacarlo a la luz a como dé lugar, para que nunca vuelva a repetirse. Ya se sabe que aquel empeño es vano.
Ahora mismo, en una veintena de lugares, por lo menos, en África, Asia y Europa Oriental, hay conflictos bélicos que mantienen la producción de armas en pleno rendimiento. Adentrarse aunque sea mínimamente en ese torrente de datos es espeluznante, por tantas razones, así que es mejor retomar el hilo. En esa corriente antibelicista se inscribe Nosotros caminamos en sueños, novela del argentino Patricio Pron que se dibuja sobre el paisaje desolado y frío de las islas Malvinas, pero que en realidad puede referirse a cualquier guerra o a todas las guerras. La particularidad de esta obra es la manera en que el autor carga las tintas o pone los énfasis, y ello porque desde la presentación de la contratapa, el libro se asume como una obra cómica. El humor es, en todo caso, desaforado, explosivo, mordiente. Un oficial gordo que parece «un Frankenstein de segunda mano». Un soldado que se inscribió como voluntario porque, de acuerdo a un test, tenía las características óptimas para destacar en el ejército: «Violento, agresivo, inútil, torpe, desafecto, irritable». Negociaciones para que el enemigo mate en los días impares, para facilitar la recogida y la identificación de los cadáveres.
Nosotros caminamos en sueños es una novela desquiciada, pero cuya lógica impecable e implacable produce risa, sí, pero de aquella que brota del desconcierto, del desajuste de las expectativas, de la extrema seriedad del humor que no reconoce límites. Hay personajes alegóricos -El Nuevo Periodista, el Soldado Cornudo, el Teniente Perdido- y el resto reúne apellidos de resonancias francesas, alemanas, polacas, rusas y españolas, entre otras, para reforzar que el relato rebasa con mucho la guerra que estalló cuando Pron tenía 6 años y la soñó, o soñó que la soñaba; y desde ese paseo de sonámbulo entrega una obra impecable que quizá, como tantas obras anteriores en la misma vena, poco contribuya al fin de las guerras, pero que se constituye, a la vez, en una narración que sacude el panorama «como cerillas en una caja medio vacía» y que logra, con más fuerza que la veta testimonial, dejar al descubierto que esa mitología de la guerra como manifestación de heroísmo y bravura no es más que barro ceniciento en una playa perdida en el fin del mundo.
Patricio Pron. Literatura Random House, Buenos Aires, 2014. 122 páginas.