Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 7 de marzo de 2015
Los Álamos es el poblado -construido especialmente para la ocasión; sus habitantes lo llamaban «La Colina»- en donde se instalaron los científicos, sus familias y los laboratorios en donde se llevó a cabo lo central del Proyecto Manhattan, destinado a crear una bomba basada en la fisión nuclear. Una bomba atómica, en buenas cuentas, como las que arrasaron Hiroshima y Nagasaki a comienzos de agosto de 1945: Little Boy y Fat Man. Hay una amplísima documentación sobre la historia de la fisión nuclear y del Proyecto Manhattan, así como sobre sus efectos en las ciudades japonesas. Este libro se refiere a los mismos hechos, pero desde un ángulo tan inexplorado como original, la voz de las mujeres que acompañaron a los científicos a un desolado rincón de Nuevo México y que asistieron -en medio del viento cargado de polvo y la precariedad de la vida en un campamento militar- al trabajo secreto de sus maridos, quienes no podían contarles nada.
La autora escogió además una novedosa manera de narrar. En lugar de una historia coral, donde muchas voces se perfilan y se turnan para construir un relato abarcador, Tarashea Nesbit optó por fundir todas esas voces en un nosotros, en una voz colectiva que establece diferencias y enumera casos, pero que habla siempre desde el grupo, desde aquel conjunto de mujeres cultas, muchas de ellas también científicas. Desde la desolación de la meseta y la omnipresente sensación de soledad (no solo por el aislamiento y la lejanía de Los Álamos), las esposas, las mujeres, las madres enuncian esa voz plural que da cuenta, por una parte, de cómo se procesaban las noticias de la guerra en pequeñas comunidades y, por otra, muestra, sin exagerar la nota, hasta qué punto ellas eran postergadas solo por el hecho de ser mujeres. Es muy interesante cómo esa opresión se conjuga con otra nota social, la presencia en La Colina de mujeres de tribus indias o de origen mexicano que prestaban servicios domésticos, y que eran objeto de otras discriminaciones.
Lo que más destaca en el libro es la fluidez del relato y de qué manera logra avanzar y conmover mediante recursos sencillos y bien trabajados, a tal punto que sería un error abrazar la novela como un instrumento ideológico o un libro de denuncia. Al contrario, esa voz colectiva narra una historia que se abre a algunos de los vientos más feroces del siglo XX, sin perder ternura, delicadeza ni sensibilidad.
Tarashea Nesbit. Turner, Madrid, 2014. 296 páginas. Distribuye Océano.