Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 9 de febrero de 2013
Zadie Smith publicó Dientes blancos, su primera novela, a los 21 años. Intentó leerla unos años después y cuenta: «Llegué a leer unas diez frases antes de que me invadieran las náuseas». No es falsa modestia; es que, como dice en esta luminosa colección de ensayos y crónicas, «cuando una publica a edad temprana, su escritura crece con ella, y en público». De ahí su profunda extrañeza -y repugnancia- ante aquella primera novela y, en términos más generales, la idea que está detrás del título: las personas cambian, la escritura cambia y, para ella, además, «la incoherencia ideológica es prácticamente un artículo de fe». Y cuando uno lee este libro, no puede menos que admirar la plasticidad y la elegancia de su estilo, tanto como la riqueza de las ideas. Y si bien la mayoría son ensayos sobre literatura, escritores y sus obras, también hay materiales diversos, como una sustanciosa y terrible crónica sobre la vida en la actual Liberia, textos sobre cine -desde un magnífico análisis de Visconti hasta una graciosa y amena crónica sobre «el fin de semana de los Oscar»-, conferencias que aúnan biografía y reflexiones sobre la escritura o bien biografía, sociedad y política, e historias familiares extraordinariamente bien tramadas, donde la distancia que Smith abre con su mirada se convierte en una asombrosa cercanía con el lector. Puede parecer contradictorio, pero sin duda una de las grandes cualidades de la autora es su capacidad para situarse en la vereda del frente y mirar desde ahí su vida y su obra. Imposible no sentir, entonces, empatía con ella.
El libro tiene cinco secciones: leer, ser, ver, sentir y recordar, con algo de capricho en el orden interno, pero en realidad eso es lo de menos: el libro se puede asaltar por cualquier parte y en ninguna hay desperdicio. El ensayo sobre Kafka, por ejemplo, a partir de la biografía del checo escrita por Louis Begley (editada por Alba en castellano en 2009), explora la idea de que «como ocurre con Shakespeare, cada nuevo siglo traerá consigo a un Kafka cercano a nuestras preocupaciones». Y llega a la inquietante conclusión de que si algo se ha hecho universal en nuestro tiempo, es la sensación de desacomodo frente las identidades convencionales y, por tanto, todos somos alimañas, traducción literal de Ungeziefer, la palabra que Kafka usa para describir aquello en que se transformó Gregor Samsa.
Zadie Smith.Salamandra, Barcelona, 2011. 413 páginas.