Imitación de Guatemala

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 9 de agosto de 2014

portada-imitacion-guatemala_grandeLa velocidad de la actual industria editorial determina que ya sea muy difícil encontrar obras, incluso relativamente recientes, de escritores latinoamericanos. Alfaguara ha tomado una muy destacable iniciativa para ponerlas nuevamente en circulación. Ya han aparecido dos volúmenes de novelas del peruano-mexicano Mario Bellatin, con el valor agregado de que muchas nunca tuvieron distribución en todo el ámbito de habla hispana; y acaba de llegar a Chile Imitación de Guatemala, que reúne cuatro novelas cortas de Rodrigo Rey Rosa, uno de los más destacados escritores de su generación (que es también la de Roberto Bolaño, Juan Villoro y Horacio Castellanos, entre otros). Que me maten si… es de 1995; El cojo bueno, de 1996; Piedras encantadas, de 2001; y Caballeriza, de 2006.

Y si al menos en el primero de Bellatin se echaba de menos una nota editorial que indicara los datos bibliográficos del material reunido, en éste el mismo autor escribió una nota introductoria donde dice, con ironía, que «releerse a sí mismo no es necesariamente una experiencia agradable». Rey Rosa escribió estas novelas luego de su regreso a Guatemala «poco antes de la firma de una supuesta paz». Se trata de obras que el autor califica de «ficción política» (línea que ha prolongado en obras más recientes) que retratan con crudeza y profundidad un país en donde «el linchamiento ha sido la única manifestación perdurable de organización social». Sin embargo, Rey Rosa está muy lejos del sospechoso ámbito de la literatura comprometida, aquella que se pone al servicio de una causa y que por lo mismo suele transigir con las exigencias artísticas. Lo del escritor guatemalteco es, antes de cualquier otra cosa, excelente literatura, que se adentra con paso firme tanto en los meandros de la violencia como en las ambigüedades y contradicciones que supone toda vida.

En estas ficciones no hay héroes, pero sí víctimas; hay testimonio, pero el de personajes que asisten un poco a contrapelo, por la fuerza de las circunstancias, a la dificultad de vivir en un país donde la violencia cambia de signo, pero no de formas; donde la corrupción y el cacicazgo parecen modos naturales de convivencia; donde mirar un poco más allá, o siquiera de soslayo, puede ser un gesto que acarree la sospecha y la persecución. Rey Rosa trabaja sobre zonas ambiguas y casualidades impredecibles que desencadenan el trabajo del azar, y esa exploración es profundamente reveladora sobre su país y su gente.

Rodrigo Rey Rosa. Alfaguara, Madrid, 2013. 361 páginas.

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