Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 12 de julio de 2014
Tercera entrega narrativa de Matías Celedón, Buscanidos es una novela desafiante en su brevedad y en la densidad de un lenguaje que se instala como una suerte de barrera de resistencia, una construcción de palabras que no agota la extrañeza de un mundo donde confluyen las fuerzas desbocadas de la naturaleza, ritos feroces y ecos deformados de las fiestas religiosas que apuntalan el paisaje nortino. Un circo pobre, carpas gitanas, tribus de indios, un cura de apellido inglés, unos cuantos nombres propios, miseria, pobreza, violencia, multitudes reunidas por una niña milagrosa, jaulas y fieras, jaulas y niños, el páramo asediado por el calor o la lluvia, vírgenes y santuarios, un río que se seca en los meses de verano, ritos de apareamiento entre hombres y mujeres que viven el resto del año separados por la corriente, la curiosa profesión de «buscanidos», un experto en descubrir en el interior de los cactus dónde están las aves más gordas y apetitosas, son algunos de los elementos que dan forma a una narración que varía las voces y guarda siempre el misterio: el lenguaje se estrella ante una realidad indescriptible y por lo mismo nunca la agota ni la explica del todo.
La linealidad clásica se rompe en episodios breves, algunos tocados de naturalismo, otros alucinados, alguno antropológico; y hay una amenaza persistente, un anuncio de tragedia, un aire apocalíptico en ese páramo donde toda la energía humana, la alucinación de la fe y el latido de la naturaleza parece desbocarse sin límite. Si en algunos tramos la narración es contenida y descriptiva, en otros parece rendirse ante un gran estallido que concentra toda la tensión acumulada, la mala suerte, el hambre, la desdicha, la pulsión sexual, la curiosidad y la espera ante el espectáculo. Todo parece rodear, finalmente, la historia de una niña rescatada de un lugar inimaginable («era el basurero de la pobreza y olía como el único pozo ciego del infierno») y, según dice el narrador de turno en aquel capítulo, «esta historia, aunque no lo parezca, trata de su suerte». Con esta novela quebrada y compleja, que no le teme a los vacíos, a la incoherencia y a la furia, Celedón da un paso más en una trayectoria que destaca por la variedad de los recursos que pone en juego en cada nueva entrega. Y si lo breve es lo suyo, hay que decir también que la depuración extrema de sus relatos le otorga a la vez una densidad muy poco habitual en la narrativa chilena.
Matías Celedón. Hueders, Santiago, 2014. 93 páginas.