Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 22 de marzo de 2014
El próximo 28 de junio se cumplen cien años desde que el archiduque Francisco Fernando fue asesinado en Sarajevo, por ese entonces el lugar de tensión más fuerte entre el creciente imperio ruso y el ya establecido -pero sobre bases frágiles- imperio austrohúngaro. Cinco semanas después, Gran Bretaña decidió entrar a la guerra -ya declarada entre Rusia y Francia, por un lado, y Alemania y Austria-Hungría por el otro-, y ya no hubo posibilidad de volver atrás. De la Gran Guerra -luego conocida como Primera Guerra Mundial- existen numerosas memorias, testimonios y obras analíticas, y uno de los grandes temas es la búsqueda de quién fue el culpable del estallido de un conflicto que cobró millones de vidas, tumbó imperios e incubó una guerra aún más terrible. La historiadora Margaret MacMillan prefiere partir al revés. La gran pregunta de este libro es por qué fracasó la paz. Hacia 1900, como lo describe en las páginas iniciales, Europa gozaba de una prosperidad jamás vista. La Exposición Universal de París mostraba por doquier los frutos del progreso y de los avances científicos (y también de cuestiones que a nadie molestaban tanto, pero que eran peligrosas semillas: el auge de los nacionalismos y la exhibición de trofeos coloniales). Además, el continente más poderoso del mundo había establecido una manera eficiente de solucionar los conflictos. Pero algo se incubaba en Europa. La autora usa una inteligente metáfora: distintas personas caminan por una amplia llanura, aunque hay obstáculos en el camino. Toman decisiones erradas que les van estrechando las opciones. En lugar de volver atrás y reconocer su error, siguen adelante y el valle se va convirtiendo en un desfiladero cerrado donde ya no hay ni posibilidades de regresar ni de avanzar sin enfrentamientos. MacMillan dedica este libro a rastrear, en las décadas anteriores, cuáles fueron las malas decisiones que hicieron posible el conflicto, aunque también incluye, por supuesto, el factor humano: quiénes eran y dónde estaban quienes tomaron las decisiones cruciales en esas cinco semanas. Sin extremar los paralelismos, el conflicto en Crimea parece ser de aquellos que podrían haberse evitado y que podrían, también, desatar una escalada bélica. Por eso la autora es insistente en la pregunta que preside el libro: es más importante saber por qué falló la paz que por qué estalló la guerra. Eso exige ir más atrás y con más profundidad.
Margaret McMillan. Turner, Madrid, 2013. 847 páginas.