Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 15 de marzo de 2014
Esta novela fue el debut literario de Mark Z. Danielewski, y vaya manera de entrar en la literatura. La casa de hojas es una obra de singular osadía, que pone en escena al menos dos maneras de escribir muy diferentes, juegos tipográficos y de diseño que siguen el desarrollo argumental, cajas chinas, relatos paralelos y un impresionante acopio de material de apoyo, tanto inventado como existente. Ficción sobre ficción sobre ficción. Un anciano, Zampanò, escribe un largo manuscrito sobre un documental, El expediente Navidson. Un joven, Johnny Truant, lo encuentra tras la muerte del viejo y se dedica a editarlo. Mientras lo hace, escribe numerosas y extensas notas donde relata su vida (y sus temores, sus pesadillas y sus traumas). Y si el texto de Zampanò tiene mucho de académico y analiza con erudición y profundidad el documental de Navidson, el de Truant es muchísimo más coloquial y desenfadado, aunque progresivamente se entrelazan en un nivel muy profundo, el de los sueños, el de los monstruos de la mente, el del filo de la locura. No es que Navidson sea un loco, pero el documental trata de su encuentro con un lugar frío, oscuro y amenazante que desafía las leyes físicas y que está en el lugar más familiar posible, la casa de campo donde el cineasta y fotógrafo se ha ido a vivir con su mujer y sus hijos para tratar de recomponer una relación ya gastada. La intención de Navidson era registrar su vida familiar en el nuevo entorno; pero de repente aparece una pieza nueva en la casa y luego un pasillo gélido y negro que se abre hacia las profundidades de la tierra. La proeza de la novela es que -al menos en los papeles de Zampanò- la peripecia de Navidson siempre está mediada por el discurso analítico donde emergen temas como el eco, el laberinto (y no en vano hay un epígrafe de Borges en la novela), la técnica fotográfica, la arquitectura y muchos otros. En esa erudición hay mucho de juego, citas y entrevistas magníficas (sobre todo las inventadas), parodia sangrienta y distancia, pero lo principal es que ese tratamiento sostiene la verosimilitud interna del relato. El relato de Truant, en tanto, sí conecta emocionalmente con el terror que habita en la casa de Navidson, se disloca cada vez más y parece acechado por la misma oscuridad. La novela es experimental en muchos sentidos, pero el autor no pierde de vista una cuestión esencial: enganchar al lector. Y ahí vamos, de la mano de Truant y Zampanò, sumergiéndonos en un abismo de negrura más antiguo que la Tierra y más amenazante que cualquier monstruo del cine.
Mark Z. Danielewski. Pálido Fuego/Alpha Decay, Barcelona, 2013. 709 páginas.