Una verdad delicada

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 11 de enero de 2014

una-verdad-delicadaJohn le Carré (1937) es un caso especial dentro de los autores que se dirigen a públicos masivos. En primer lugar, se ha mantenido al día. Su trabajo en los servicios secretos británicos durante parte de la Guerra Fría alimentó una gran primera serie de ficciones protagonizada por su personaje más duradero, George Smiley, presente también -como secundario- en quizá su novela más famosa, El espía que surgió del frío, llevada al cine por Martin Ritt con Richard Burton de protagonista. Pero luego, a medida que la política mundial cambiaba y nuevos problemas surgían en el horizonte, Le Carré logró mantener la claridad de estilo y los impecables desarrollos argumentales imprescindibles para una buena novela de suspenso. Y si en los últimos años ha tenido puntos altos y bajos, con Una verdad delicada vuelve a demostrar que está en plena forma, a tal punto que ha logrado uno de los mejores finales de suspenso en mucho tiempo. Algunas de sus novelas tienen (o mantienen) un cariz fuertemente político; ha denunciado, por ejemplo, los experimentos de nuevos fármacos que multinacionales llevan a cabo con la población africana, o, en el caso de esta novela, la feroz trama de corrupción, tráfico de influencias y encubrimiento criminal que se da en sectores estatales como defensa y relaciones exteriores en el contexto de la lucha contra el terrorismo.

El protagonista, Toby Bell, funcionario aventajado de Relaciones Exteriores, da con la pista de una operación encubierta llevada a cabo en secreto por su jefe, un subsecretario estandarte y rostro del nuevo laborismo, pero no puede hacer nada; le falta demasiada información y al poco tiempo es destinado a Beirut. Pero, tres años después, las piezas comienzan a juntarse, y Toby, contrariando todos los consejos sobre el pragmatismo y la necesidad de hacer vista gorda para proteger los intereses superiores y permanentes de la Corona, va hacia adelante y revela lo que tantos intereses querían mantener oculto.

Le Carré conoce muy bien el mundo contemporáneo y su infinidad de dobleces, pero no cae en el fácil cinismo pragmático. Sus personajes son idealistas. En este caso, dice haberse basado en el testimonio de un diplomático inglés, Carne Ross, «quien, mediante su ejemplo, puso de manifiesto los peligros de expresar al poder una verdad delicada». Nunca mejor usado un eufemismo.

John le Carré. Plaza & Janés, Santiago, 2013. 361 páginas.

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