Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 19 de mayo de 2012
La escritora Alice Munro, nacida en Ontario, Canadá, en 1931, tiene una vasta trayectoria bien difundida en Chile a través de las editoriales que han publicado últimamente sus libros, RBA, De Bolsillo y Lumen. Esta última recupera ahora una antigua novela que no había sido traducida antes, de 1971, cuando Munro tenía 40 años y desplegó en ella ese estilo casi hipnótico, transparente a fuerza de cuidar el ritmo y la cadencia de las frases, que se ha constituido en su más poderosa señal de identidad. Según la autora, la novela «es autobiográfica en la forma, no en el contenido», afirmación irónica que otorga otro trasfondo al relato en primera persona de Del Jordan, una niña que reconstruye su historia, la de su familia y la de su entorno en la década de los cuarenta. Y si su madre está tocada por una extraña singularidad (vende enciclopedias, hace discursos, escribe cartas a los periódicos), la niña, con una mezcla de horror y compasión, veía en sus tías una radical diferencia y «percibía lo desdeñosas, lo superiores, silenciosas y envidiables que eran esas personas, que podían estarse quietas toda su vida, sin necesidad de hacer o decir nada extraordinario». Y sin embargo, Del se parece más a su madre de lo que se atreve a reconocer, como se puede intuir pronto y se revela más adelante, cuando ella, ya adolescente, vislumbra los mundos vedados para la antigua gente de su pueblo, Jubilee. Por ahí, por el descubrimiento y la exaltación de lo posible, va la línea profunda de desarrollo de una novela hábilmente construida sobre la base de episodios centrados en personajes distintos, con tal autonomía que incluso podrían leerse como relatos independientes; pero a la vez con una íntima conexión entre sí otorgada por la voz de Del y por el crecimiento de aquellos personajes, que en cada capítulo reciben una luz distinta que les otorga otra intensidad y nuevos matices. Y en realidad, más que de personajes, habría que hablar de las mujeres protagonistas. Los hombres tienen un papel decididamente menor en esta trama, que recoge un momento delicado y frágil en el camino de la creciente autonomía femenina. «No hemos tenido más vida propia que un animal doméstico», dice la madre de Del, e intuye que algo va a cambiar definitivamente para las mujeres. Su hija es la portadora de esa herencia.
Alice Munro. Lumen, Barcelona, 2011. 375 páginas.
Me sorprendió la noticia sobre el Premio Nobel de esta escritora. Al menos yo no la conocía, así como tampoco conocía a Mo Yan (ganador del año pasado). En lo personal Hubiera preferido a Ernesto Cardenal o a Umberto Eco.
Curiosamente, cuando un escritor desconocido gana un Premio Nobel, siempre ocurre que todo el mundo ahora resulta siendo experto en ese escritor.
Saludos cordiales,
Yo la conozco poco, pero el libro que reseñé, otro de cuentos que leí y el último, que empecé ahora, me han gustado mucho. Pero no me declararía experto en ella ni mucho menos. Leí a Mo Yan después del Nobel y fue una gratísima sorpresa, tal como Gao Xingjian fue una tremenda decepción. El Nobel tiene eso, que obliga a ampliar el abanico de lecturas. A veces atinan (muchas) y a veces no (cada vez menos, creo).