Reseña publicada en la revista El Sábado del diario El Mercurio, 3 de agosto de 2013
Este libro de Nancy Huston, editado originalmente en 1995, tiene un doble valor. Por una parte, rescata la memoria de uno de los escritores franceses más destacados del pasado siglo, cuya obra ha vuelto a aparecer, con cuentagotas, en los catálogos editoriales españoles; está disponible un puñado de los 35 libros que escribió con sus principales seudónimos (nació como Roman Kacew en Lituania y, tras un largo ciclo como Romain Gary, reapareció con increíble fuerza como Émile Ajar). Pero no se trata de cualquier rescate. No es un ensayo escrito a la manera clásica, sino una interesantísima indagación sobre la identidad y su relación con la construcción de relatos. Huston sostiene, en otro ensayo que Mauricio Electorat cita en el prólogo, que el hombre es la única especie que sabe que nace y que muere, que la vida describe un arco: «Una forma que se despliega en el tiempo, con un principio, unas peripecias y un final. En otras palabras: un relato». Por eso es tan interesante y provocadora la figura de Romain Gary para Huston, aunque esté en el lado opuesto de su feminismo: porque el relato de Gary, quebrado y múltiple, arropado en distintas identidades, camaleónico en el estilo y en el lenguaje (escribió novelas en inglés y en francés, cuando ninguna de las dos era su lengua materna, y se autotradujo en ambas direcciones), en perpetua contradicción consigo mismo, capaz de escribir alternativamente una obra maestra y un bodrio fatal, le permite un diálogo fecundo y revelador con el hombre y la obra. El ensayo está escrito como si se tratara de una conversación entre la autora y Gary, donde ella lo interpela directamente y busca las respuestas no solo en las obras, sino también en las declaraciones y fanfarronadas del escritor, quien también inventaba a su antojo su propio pasado. Es decir, hacía lo que todos hacemos, el trabajo de la memoria que archiva, olvida, falsea, clasifica y ordena, solo que, en el caso de Gary, acompañado por una obra monumental donde ajusta cuentas con su origen judío, con su madre que lo alimentó de sueños y murió antes de asistir a su cumplimiento, con su vida, en buenas cuentas, siempre enmascarada y que conduce a esta reflexión final de la autora: «Como tú. Romain, todos somos metecos bastardos echados a la tierra sin la menor razón, para forcejear para siempre entre lo noble y lo innoble, la gracia y la desgracia que nos habitan».
Nancy Huston. Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2013. 123 páginas.