Los malditos

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 14 de enero de 2012

Esa digna tradición inaugurada por Lautreámont y Rimbaud en el siglo XIX sigue presente en la literatura mundial; el escritor descentrado, excéntrico en un sentido muy alejado de la pose esnob, el que conjura en la escritura sus demonios interiores. La idea fue de Matías Rivas, director de publicaciones de la Universidad Diego Portales; la coordinación y edición, de la periodista argentina Leila Guerriero; la pesquisa biográfica orientada a la escritura de un perfil periodístico corrió por cuenta de escritores y periodistas latinoamericanos, la mayor parte de las veces sobre algún compatriota suyo, pero no siempre. Son 17 en total, repartidos en toda la geografía latinoamericana. Algunos, leídos, conocidos, de nombre familiar: Alejandra Pizarnik, Joaquín Edwards Bello, Calvert Casey. Otros, sepultados por el olvido de la historia, como Pablo Palacio, aunque el escritor ecuatoriano fue editado en Chile por Editorial Universitaria, o el peruano César Moro, de quien se dice que es un poeta tan grande como Vallejo: pero se dice de oídas, porque no hay libros suyos en ninguna parte. Otros nombres son fantasmales, convocados a asomar nuevamente en el mapa literario por la porfiada memoria de quien los incluyó en esta lista.

El libro es valioso por muchas razones. El trabajo de investigación y pesquisa es, en general, riguroso y completo; y la mayor parte de los escritores, entre los que están los chilenos Rafael Gumucio, Óscar Contardo, Alejandra Costamagna, Alberto Fuguet y Roberto Merino, más otros conocidos como el argentino Alan Pauls, el peruano Daniel Titinger, el boliviano Edmundo Paz y el colombiano Juan Gabriel Vásquez, tienen un marcado estilo propio, tanto en la escritura como en el modo de abordar el género del perfil periodístico, que hace más interesante la lectura. El trabajo de edición es, desde luego, impecable. Pero tiene más valor aún por el gesto de ampliar el canon mediante el rescate de la peripecia biográfica de figuras olvidadas –malditas- cuya voz merecería resonar nuevamente. La avalancha de novedades y las implacables operaciones de marketing de la industria editorial –que suelen publicitar el mismo libro bajo diferentes títulos y firmas- tienen el perverso efecto de ahogar cada vez más la tradición. Si eso ocurre con los consagrados, con tanta mayor razón sepulta –o vuelve a sepultar- a los olvidados. Este libro a contracorriente viene a subsanar -en una modesta medida, porque el rival es infinitamente más poderoso- esa situación.

Leila Guerriero (ed.). Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2011. 473 páginas.

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