Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 26 de marzo de 2011
Esta obra de Bolaño abre de inmediato una paradoja si la comparamos con la anterior publicada por su herederos, El Tercer Reich. Esta última está completa, pero se asemeja a un borrador de lo que fue después Bolaño, una obra íntegra que sin embargo aparece como un esbozo, un anuncio, una promesa del gran escritor que vendría después. En cambio, Los sinsabores del verdadero policía ni siquiera es propiamente una novela, sino un acopio de «materiales destinados a un proyecto de novela finalmente aparcado», como escribió el crítico Ignacio Echevarría; pero, no obstante ello, estamos ante el mejor Bolaño que conocemos, aquel escritor cuyo estilo fulgurante y sus historias como cajas chinas deslumbraron desde mediados de los noventa. Es interesantísimo, además, asomarse, aunque sea de manera parcial, al estilo de trabajo de Bolaño, a su hábito de trabajar en paralelo, a su extraña manera de concebir todo el universo narrativo que luego desarrollaría. Bruno Montané, amigo suyo desde México, cita una carta de 1986: «Mi penitencia va por un caminito bordeado por 5 novelas». En esta vía, Los sinsabores… desembocó en un punto ciego y sus materiales comenzaron a fluir hacia otras obras, como Los detectives salvajes, 2666, cuentos y hasta poemas, pero a la vez conservó un núcleo duro y exclusivo que, de haber tenido tiempo, es posible que Bolaño hubiera retomado para avanzar hacia otra cosa, no hacia el mero pulimiento de este dispar conjunto de capítulos que a ratos seduce como parte de lo mejor que escribió el autor.Así las cosas, no hay que extrañarse de lo deshilachado de la trama de un proyecto que el mismo Bolaño describió como una «novela endemoniada». El protagonista es Óscar Amalfitano, pero con una biografía distinta de la del personaje de 2666, y el escenario dominante es Santa Teresa. Otro personaje, Pancho Monje Expósito, es, claramente, Lalo Cura Expósito, también de 2666 y de un cuento incluido en Putas asesinas. Pero los desarrollos son muy distintos; quizá Los sinsabores hubiera acabado igualmente en una gigantesca novela. No podemos saberlo. Lo que sí sabemos es que estas páginas enriquecen un universo narrativo ya seductor como pocos en la literatura iberoamericana.
Roberto Bolaño. Anagrama, Barcelona, 2011. 325 páginas.