Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 30 de julio de 2011
Hay novelas de Philip Roth que derrochan humor, ironía, sentido del absurdo; y hay otras, en cambio, mortalmente serias, abrumadoramente serias. Némesis pertenece a este último tipo y, como otra obra mayor del autor, La conjura contra América, transcurre mayormente en la década de los cuarenta. Pero, aparte de ciertas notas del comienzo que sirven para caracterizar la época, a cargo de un narrador que se adueña de la historia de la epidemia de polio que asoló el barrio judío de Weequahic en Newark (y muchos otros barrios y ciudades, por cierto; pero aquella ciudad y aquel barrio son los de la infancia y juventud de Roth), no hay más similitudes. Faltaban aún once años para que se descubriera la cura a una enfermedad terrible, que se ensañaba sobre todo con los niños –aunque también atacaba a adultos como Bucky Cantor, el protagonista- y a veces con un desenlace fatal, brutal y abruptamente fatal.
Hay indudables puntos de contacto con los clásicos de Defoe y Camus; una catástrofe de esa escala, tan ciega y tan aleatoria para golpear a las familias, sin duda que produce un sinfín de interrogantes, y más en alguien que proviene de una matriz religiosa. Roth explora a conciencia en aquellos dilemas religiosos y morales, mientras narra, con un estilo transparente y contenido, con esa claridad digna de su enorme talento que hace deslizarse con facilidad la novela a pesar de lo terrible de la trama, cómo comienzan a enfermar los niños en la escuela de verano donde practican ejercicios al aire libre. Cantor, de 24 años, es su guía, y no ha podido partir a la guerra a causa de su grave miopía. Todo comienza a desmoronarse a su alrededor, sus convicciones y sus certezas, su manera de entender la vida y el futuro, y termina huyendo, pero sólo para encontrarse con algo aún peor, con una demolición aún más severa de todo lo que crecía y se proyectaba en torno a sí y a su proyecto de vida; y en el momento de tomar decisiones, Bucky las afronta sin vacilar. Y ahí reside su mayor tragedia, en el encadenamiento de hechos y pensamientos que lo conducen a una encrucijada cuyo horror no radica tanto en los actos del destino, sino en su propia y torturada conciencia. Roth retoma el pulso y entrega uno de los mejores libros de su última década; con 78 años cumplidos, este ya veterano candidato al Premio Nobel de Literatura no decae en su impulso creativo y en la capacidad de inquietar con preguntas tan actuales como incómodas.
Philip Roth. Mondadori, Barcelona, 2011. 207 páginas.