Los ingrávidos

Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 16 de julio de 2011

Valeria Luiselli (México, 1983) escribe artículos sobre temas literarios en la revista Letras Libres y publicó el año pasado una celebrada colección de ensayos, Papeles perdidos. De manera que su primera obra de ficción era esperada con cierta expectación, que no se ha visto en modo alguno defraudada: Los ingrávidos es una novela muy bien construida, con una fineza en el estilo que la hace deslizarse con una envidiable facilidad. Una novela que, en ese sentido, sí desafía la ley de gravedad, entendida ésta como ese lastre que torna plúmbeos tantos textos con demasiada autoconciencia literaria y pretendida vocación de grandeza. Luiselli narra y construye de manera vagabunda, errática, como si en realidad lo que importara fuera otra cosa y así es, lo que importa es esa cifra que se oculta en los pliegues de un buen relato y es mucho más que la suma de sus elementos o la descripción de su contenido. Es muy difícil mantener un tono aparentemente casual, deliberadamente liviano, pero también cargado de referencias literarias, citas y pastiches, pero Luiselli lo logra gracias a que el foco no está puesto en la trama –que no siempre es importante-, sino en la escritura, en el estilo, en la manera de hacer progresar una historia íntima y cotidiana sin golpes de efecto o sorpresas de esas que parecen conejo de mago.

El relato, siempre a cargo de la misma voz narrativa, es doble. Una mujer cuenta su vida presente, con dos hijos y un marido, mientras escribe una novela que narra su vida algunos años atrás, en otra ciudad. Sucesivos párrafos abordan en forma alternada ambas historias y en uno de ellos está contenida la poética de la autora: “Generar una estructura llena de huecos para que siempre sea posible llegar a la página, habitarla. Nunca meter más de la cuenta, nunca estofar, nunca amueblar ni adornar. Abrir puertas, ventanas. Levantar muros y tirarlos”. Ahí radican el encanto y la fuerza de esta novela, en los huecos por donde circula en aire, en la necesaria participación del lector que debe apropiarse del relato y seguirlo en sus pliegues, en sus recovecos, en su lenta y suave manera de imponerse en la conciencia. Un juego, pero muy serio; una seriedad que no amedrenta ni implica rigidez alguna, con algo de inasible, de ingrávido, de leve, pero de esa levedad que se ancla en el recuerdo.

Valeria Luiselli. Sexto Piso, México, 2011. 143 páginas.

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