Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 18 de junio de 2011
Esta novela del colombiano Juan Gabriel Vásquez, que estuvo hace pocas semanas dictando una conferencia en Chile, resultó ganadora de la versión 2011 del Premio de Novela Alfaguara. Y se constata, una vez más, que los premios que conceden las editoriales –muy bien provistos en dólares y destinados a los autores de la casa- no son garantía de calidad. El ruido de las cosas al caer es una novela correcta, que hila bien la historia y que tiene el suficiente armado argumental como para sostenerse hasta el final, pero no es más que eso, un libro correcto en muchos sentidos: no muerde, no hiere, no asusta, no asombra, no sorprende, y lleva al lector por un camino convencional y previsible. Lo más destacable, quizá, es una rara paradoja: aunque el tema de fondo es la guerra contra las drogas y cómo ésta se infiltró y copó la sociabilidad colombiana hasta convertirse en la única realidad posible, pareciera rozarla sólo de refilón, como al pasar, en el marco de la historia sentimental de los protagonistas.
A ello hay que añadir una cierta monotonía y un tono plañidero que le hace muy mal al libro, que parece una largo lamento sobre la desgracia que se ceba en el pueblo colombiano y que, a su paso, como si se tratara de una de las lluvias tropicales que sepultan pueblos bajo torrentes de barro, destruyen toda posibilidad de futuro. La corrección también se extiende al estilo: las frases están bien armadas, los capítulos (seis, cada uno con un número de páginas muy similar) cierran historias o etapas, las escenas de sexo y de violencia están tamizadas y, si fueran filmadas, pasarían holgadamente el filtro de la telenovela de la tarde. La historia intenta una cierta complejidad. Un joven abogado, Antonio Yammara, es herido a bala por estar en compañía de un compañero de billar, Ricardo Laverne, antiguo piloto cuya vida obsesiona a Yammara tanto como la bala en el estómago lo convierte en un sobreviviente que no puede superar los efectos físicos y psicológicos del atentado. Ambas historias se trenzan y se convierten en un inventario de desgracias donde campean la soledad, la impotencia (en más de un sentido) y la desorientación vital. Por el lado, como rozando ese hilo, pasan la DEA, Pablo Escobar, la cocaína, los aviones y las balas.
Juan Gabriel Vásquez. Alfaguara, Santiago, 2011. 261 páginas.