Aquí va el texto original de otra columna que fue jibarizada por los avisos, como se puede ver aquí.
Historia de una mujer bomba y otras crónicas de América Latina
Cuando se leen crónicas como éstas, extensas, bien investigadas y mejor escritas, se entiende mejor a aquellos que incluyen la crónica dentro de los “géneros referenciales”, sumándolas a diarios íntimos, cartas, memorias y otros, que con cada vez mayor frecuencia transitan, sostiene Leonidas Morales, hacia “las grandes peripecias de la historia del sujeto, los grandes temas de la cultura e incluso, por qué no, los grandes modelos estéticos”.
Historia de una mujer bomba y otras crónicas de América Latina, edición conjunta de Uqbar y la Escuela de Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, demuestra plenamente lo anterior. Por ejemplo: “Lazos de sangre”, del colombiano Alberto Caicedo, tiene una estructura propia de la mejor novela; comienza su historia por la mitad, por su momento más dramático, y desde ahí, hacia atrás y hacia adelante, reconstruye, en 30 apretadas páginas, la historia de dos hermanos que combatían en frentes opuestos. Uno militaba en las FARC; el otro, en un grupo paramilitar de derecha. La historia de la familia es mejor que todo un tomo de estudios para apreciar el terrible impacto que el enfrentamiento entre fuerzas irregulares y de éstas con el ejército ha producido en Colombia, un paisaje arrasado por la pobreza donde la militancia no es una opción ideológica, sino el único empleo posible. En otros casos, lo atractivo está en el rigor de la investigación y en su apego a la línea escogida. Es el caso de la única crónica chilena incluida en el libro, “Viaje al fondo de la biblioteca de Pinochet”, de Cristóbal Peña, que logra, sólo al correr del hilo de los libros acumulados por el ex dictador, un implacable retrato del personaje, más certero por cuando se define por trazos indirectos, por sombras y huellas más que por una imagen frontal. La crónica usada para el título del libro, “Historia de una mujer bomba”, de Josefina Licitra, destaca por el modo en que avanza la progresión del relato: desde una conversación en una calle cualquiera de Tucumán a la trata de blancas en la Argentina, desde una vida familiar que seguía el molde clásico hasta la desesperación, la furia y la indignación que transformaron a Susana Trimarco en “una bomba atómica en el trasero de los políticos”, una mujer que liberó a 115 mujeres atrapadas en burdeles argentinos, que recibió en Estados Unidos el premio Coraje y que, como dice la autora, logró que el secuestro y la trata de mujeres, una práctica antigua, cobrara existencia “a los ojos del Estado y la opinión pública”.
El resto de las crónicas es igualmente bueno y, realmente, hay aquí una lectura de América Latina imprescindible, de la mano de periodistas que escriben muy bien pero que, sobre todo, van a mirar lo que muchos se resisten a ver: la precariedad que marca, todavía, nuestra vida común.
Bárbara Fuentes, edición. Uqbar/UAI, Santiago, 2009. 208 páginas.